Servidora es poco cinéfila, ya lo sabéis todos. Pero cuando llegan los Oscar procuro ponerme las pilas y ver alguna de las pelis nominadas. Para saber a qué atenerme o poder opinar en conversaciones sociales, más que nada. O, como ha ocurrido en los últimos años, para honrar a esos actores, de series, normalmente británicos que han dado el salto al cine y al famoseo mundial. Sí, hola, Benedict, yo te vi primero.
Total, que este año viendo el panorama de las películas nominadas, estaba claro que había que empezar por 'The imitation game'.
Benedict, estupendo. Esto ya se presupone, pero hay que decirlo. Hace un papelón. Además no sale sólo él, sino que ahí están también Matthew Goode (qué porte, qué todo) y Charles Dance (qué voz, qué presencia). Y Rory Kinnear que bien, también, pero que para mí ya será siempre 'el del cerdo' y así se quedará para los restos. El del cerdo. Eso es traumatizar a una generación y lo demás, tonterías. Y si no sabéis de lo que estoy hablando, mejor para vosotros. Y no veáis nunca el primero de 'Black Mirror'. Nunca. Hacedme caso.
Pues eso, Benedict estupendo. Y la peli, muy bonita. Muy Weinstein, muy dirigida a los Oscar. Muy efectista-emotiva, con saltos en el guión extraños y mucho almíbar. Preciosa, oiga. Pero, para mí, le falta algo. No sé. Quizá más explicaciones sobre el asunto de la máquina, quizá menos resoluciones facilonas (le escribo una carta a Churchill y asunto arreglado). No sé, pero algo.
Eso sí, la película se deja ver estupendamente, no se hace larga y merece la pena conocer la historia de Alan Turing, al que todos debemos mucho.