Revista Festivales

Peliculas milongueras imposibles - hoy: the biabas, de perez escupel

Por Sonriksen

Nos vuelven locos. Películas de tango clásicas, donde se aprecian en todo su esplendor las milongas de otras épocas, aquellos bailongos bravos de buenos bailarines y elementos rápidos para la pendencia y la cadencia. Sin hablar de las de Gardel, que son un tema aparte, las de Manuel Romero y algunas de Saraceni son las que recordamos con más cariño. Pero en la historia del cine de tango ha habido películas inconclusas o que no llegaron a exhibirse para el gran público. Y otros proyectos malditos que se quedaron en el delirio de una noche de milonga o lo que es peor, en la producción o el montaje final. En este espacio revindicamos esas visiones, de las que se conservan, cómo mucho, algunos episodios salvados del olvido por fabuladores empeñosos. 

Tal es el caso de The biabas, película inconclusa del año 1960, un ambicioso proyecto inacabado que sepultó para siempre el buen nombre de un director modesto, pero con grandes ideas. Un hombre que había filmado con solvencia mas de cuatro películas(y hasta seis), ganándose el respeto y la simpatía de sus colegas directores

Se cuenta que Adolfo Perez Escupel nació en una milonga una noche de carnaval en que sus padres erraron, adrede, el camino al hospital. Allí nomás, cerca de la pista vio por primera vez la luz, y al amparo de una improvisada cuna hecha con repasadores y un canasto de llevar empanadas, aprendió en los primeros momentos de existencia, a querer el tango bailado. Incluso hay quien cuenta que hizo su primer adorno mientras su padre, conocido como El sarnas por sus exagerados movimientos, se bailaba unas tandas al compás de D´Arienzo, mientras las mujeres medicina de la milonga asistían a su esposa.

La familia Escupel era dueña de una modesta sala de barrio en la que se proyectaban a bajo precio,  copias mutiladas por el uso de grandes producciones de la época. Así, en la matiné del CINE FIRULETES, la gente de la zona podía disfrutar en una sola sesión, de cuatro películas casi estreno, en versión resumida(media hora cada una) con las que presumir delante de sus amistades. Padre proyeccionista, madre acomodadora, tío chocolatinero y abuelos distribuidores, encauzan la educación artística del niño Escupel. La milonga, de la que se hace asiduo participante en compañía de sus padres, termina de cimentar una visión particular de la vida, sesgada pero firme. 

Nadie se sorprende cuando el joven Escupel dirige su primera película en la que participan sus amiguitos, actores vocacionales del tallercito del barrio: Soñar y tangas más, su primer largometraje de 25 minutos. Un éxito barrial que los abuelos venden en la sala, junto con escenas de baile robadas a otras películas. 

Así comienza la carrera de este singular personaje, cuya máxima ambición es filmar una película sobre un muchacho de barrio, enclenque, pero de gran corazón, que se ve de pronto en la necesidad de proteger el mundo de la milonga en la que trabaja, para ganarse el amor de Corina, la milonguera fina, interpretada por Tanza Lanzer, la llamada Novia del Arrabal. Un proyecto que arrastra desde entonces, como el Stalingrado que no pudo hacer Sergio Leone.

A primera vista, el guion no deja dudas sobre la intención del director: rescatar milongas que otros ritmos de moda asimilan para sus propias necesidades de diversión y esparcimiento. Salvar del olvido aquellas lugares que cierran y aquellos abrazos que de pronto se transforman en vacío y baile suelto. Lo que diferencia a Escupel de otros creadores con las misma inquietudes, es la ambición y el delirio. Desde que ha visto Los diez mandamientos, la película de Cecile B. de Mille (en la versión reducida de CINE FIRULETES, apenas dura una hora y se sospecha que el rollo tiene algunas escenas de La mas grande historia jamás contada), Escupel sueña con una gran epopeya milonguera filmada a gran escala, con miles de extras bailarines y otros artistas de la milonga que, a ojos del gran público, sirvan de referentes para generaciones futuras y restauren el alicaído estatus del tango bailado. 

Con estas premisas, Escupel y el periodista de sucesos paranormales y tangueros Romualdo Argt, ignoto escritor bajo seudónimo y contemporáneo plagiador del autor de Los siete locos, construyen el guion de lo que imaginan, será gloria y referente del tango bailado.

Ambos han ganado con su fervor fanático, adeptos para la película, sin develar más que algunas tramas secundarias. Han conseguido los actores, las locaciones, los decorados y el vestuario utilizando argucias y engañifas entre las que se encuentra el dudoso título en un ingles alunfardado, para vender en el potencial mercado extranjero.  Eso es lo que ha atraído a algunos inversores de alto riesgo que necesitan blanquear activos dudosos bajo el aval del instituto cinematográfico. El compositor Andor Zapiola, encargado de la columna sonora de esta gran producción, escribe y  graba cuatro tangos y tres milongas que acompañan las escenas de baile, aunque hay quien dice que escuchó un horrible fragmento de música que acompañaría una secuencia de huida, antes de comenzar una gira por países caribeños.

Así, y sin que los implicados conozcan la totalidad de la historia y la integren en un todo coherente, se graba la mitad de las escenas de milonga, en un decorado ostentoso en mitad del campo, bajo la luz de las estrellas y de potentes reflectores. 

Es entonces cuando alguien envía por equivocación el guion a un miembro del Instituto de cine, avalista del proyecto. El hombre lee con asombro y cierta repugnancia, el producto de muchas noches de alcohol y de milonga, un refrito calenturiento que Argt y Escupel han vendido como una maravilla del cine. Un engendro Bíblico-tanguero en el que la zarza ardiente es un disco de pasta de Firpo,  la voz de Dios suena como un Gardel esquizofrénico y vengativo, el éxodo es un periplo suburbano con peleas en milongas que se han reconvertido en boliches o discotecas y el becerro dorado lleva una camisa hawiana y un jopo rockabilly. 

 El guion de Argt y Escupel es una incitación rabiosa al enfrentamiento y, en vez de ganar tangueros para la causa, los ahuyenta. No estamos ante una obra maestra de la sátira como Life of Brian, de los Monty Python, que produjo (a ultimo momento) George Harrison, con la hipoteca de su propia casa, sino ante un engendro, un oxímoron taura en el que el héroe es un bravucón y un pusilánime, la protagonista una creída y el dios de la milongueridad, un tirano con ínfulas de grandeza.. Los pocos inversores interesados al leer el guion, abandonan el proyecto.

Escupel se defiende argumentando que el dios milonguero es aquella entidad colérica del antiguo testamento. Y luego se desdice con una excusa rebuscada. 

Es muy probable —dice— que mi dios gardeliano ni siquiera sea una deidad, sino un demonio, el motor que pone en movimiento la acción. Lo que importa no es eso, sino la reacción del héroe milonguero ante una situación moral con implicaciones románticas que lo lleva a elegir entre la grandeza o un matrimonio feliz con una alumna seguidora.

La filmación se paraliza. Los actores esperan en medio de la pampa.  Los decorados sufren las inclemencias del tiempo. Se graban algunas escenas de milongas con los pocos bailarines de verdad que Escupel ha «apalabrado». 

Nos dijeron que íbamos a salir en Technicolor y que nos pagarían cuando la película fuera un éxito mundial, pero hasta el momento nos tienen acá en el campo a base de sopas y achicoria —escribe la famosa milonguera Silda Clarasu, alias la Menchita.  

Muchos han venido por las promesa de futuras actuaciones en grandes compañías. Y otros, solo por figurar. La mayoría abandona la producción cuando Escupel, urgido  por el Instituto de cine, graba dos secuencias filmadas al estilo de Cantando bajo la lluvia con los pocos bailarines malos que quedan. 

Años más tarde, Hugo del carril filmará Buenas noches, Buenos Aires, acaso influenciado por estas secuencias.

Esto que estamos haciendo ahora y que no se entiende —comenta, la Menchita —es una especie de comedia musical tanguera con matices religiosos. Faltan cosas y a medidas que pasa el tiempo me doy cuenta que chiquita se está volviendo esta gran producción. La gente se va y se lleva materiales. Casi todos los días veo al director internándose en el campo, porque es un hombre muy devoto. Muchas veces lo acompaña el escritor. Los dos vuelven con los ojos rojos de tanto rezar para que nos vaya bien.

En una de esas escapadas Escupel se pierde en el campo y no regresa. Lo buscan hasta que se acaban los suministros. Lo que queda de la producción emprende el camino al hogar como los 10.000 de Jenofonte. Muchos llevan como único pago, el vestuario recargado de las hermanas Belon,. unas pobres viejitas que, como la mayoría, cobran en sueños. Servirá para muchas producciones tópicas posteriores y para exhibiciones callejeras a la gorra. 

Años más tarde, la policía abatirá en una incursión contra el cuatrerismo, a un desarrapado y semi animalizado Escupel. Parece haber vivido de alimañas y setas alucinógenas.

Nada se sabe del escritor Argt. Aunque hay quienes aseguran que un vagabundo fantasmal merodea por las noches buscando en vano CINE FIRULETES, que es hoy una tienda de electrodomésticos.

Las pocas secuencias de El biabas son quemadas, acaso con intención. Y los implicados mantienen un hermético silencio hasta que se olvida todo el asunto. De esta magna epopeya inacabada solo nos ha quedado un fragmento del guion literario y la ficha técnica con anotaciones de Escupel, que dejo como colofón de esta desgraciada producción tanguera que no fue.

SECUENCIA DOS - INTERIOR. PLANO GENERAL DE UNA MILONGA QUE HA TERMINADO

La voz salía prístina, del disco que se quemaba a 78 RPM . 

Era Gardel. Aunque sonaba como si se abrieran los cielos y una voz tonante, pero resacosa, anunciara el día del juicio.

Abrán Cabracho, en medio de la sala vacía, en la que todavía quedaban algunos vasos de vino por juntar, se estremeció a lo largo de todo su esmirriado cuerpo, como si una manifestación espiritual, un tango de Varela o una necesidad fisiológica largamente postergada lo recorriera. La voz decía:

—Sacarás a todos tus discípulos de este sitio impío y emprenderás el viaje por el desierto de los roquenroles y los ritmos Ye-yes. Y allí donde los veas habrás de intervenir en mi nombre, llevando la palabra milonguera a los zopapos. Si me sirves y obedeces, tendrás al final del camino la milonga prometida, para ti, para los tuyos.  Porque yo soy aquel que vive en los compases de D´Arienzo y castiga con zapatos dolorosos al que no va con mi música.

—Pero señor —dijo Abrán, con lagrimas en los ojos y en la garganta(anotación del director: aquí el actor puede gangosear como acunando un vino picado )—, yo no tengo discípulos. Solo unos tres o cuatro alumnos.

—Ya encontrarás. Cuando la tentación es grande siempre salen discípulos para entrar gratis en casorios ajenos y tomarse el vino bueno en los bailongos posta. Se más por viejo, que por perfecto.

—Pero... yo no sé pelear. Cuando hay tumulto me escondo bajo las mesas, o aliento la riña al grito de «A la carga mis valientes».  Y cuando la turba pasa yo me quedo atrás. ¿Cómo voy a ser digno de tus designios, si apenas puedo sostener la mirada de Corina para cabecear? ¿Cómo voy a liderar a unos puntos, si los filisteos siempre me ganan de mano?

—¿Quiénes son esos? 

—Unos que tienen academia. Y hacen moneda con el bailongo de la competencia. Vienen de gratis, se chupan todo y me roban alumnos y clientela.

—Nada deberás temer. Por esos impíos no te hagas problema. Ya enviaré a las siete plagas para que se encarguen.

—¿Las langostas, el granizo y todo eso?

—No. Son siete pataduras que no aprenden y causan caos en la pista. Garantía segura de cierre en cualquier boliche. Además habrá siempre entre los tuyos un par de ángeles patoteros que están «en capilla» (dios Gardel se ríe) para que te ayuden cuando se armen broncas. Y a ti te investiré del furor de la batalla, algo muy útil que hemos robado de las leyendas Celtas. Pero has de llevar siempre y contigo algunos musiqueros que toquen El Flete. Cuando lo oigas se apoderará de ti la fiebre de la batalla y no reconocerás amigos de enemigos, Se te hincharan los ojos, el pecho y las articulaciones, se te dará vuelta todo el cuerpo y escupirás por la boca flemas venenosas.

—Ah... como un milonguero de resaca cuando ve una exhibición mala.

—Bueno... tampoco es para tanto. Déjate llevar por mi. Y tu apariencia de El Biaba hará el resto.

—¿Y con eso tendremos otra vez un mundo milonguero y conquistaré el amor de Corina?

El dios Gardeliana calla, aunque se escuchan algunos sonidos que bien podrían ser de risas contenidas.

PELICULAS MILONGUERAS IMPOSIBLES - HOY: THE BIABAS, DE PEREZ ESCUPEL

 FICHA TECNICA:

REPARTO: SONIO PADERI, TANZA LANCER, ESFUMINA SISALAME, CARULIO SEMANARDI, SILDA CLARASU(LA MENCHITA), EDIBURCIO CLIMENESTRO(EL SINSAL) BRONCA TIFANI.

PRODUCIDA PARA  ESTUDIOS SOCHO Y CUARTO POR PRODUCTORA RUMBIALE(Por Favor, Mariela, llamálos mañana que a mí me cuelgan el teléfono).

MÚSICA ANDOR ZAPIOLA Y SU ORQUESTA TÍPICA. 

CON LOS TANGOS: OREJEANDO LA CATREMUSA, EL INFELIZ, LA PELUCA DEL TIMBERO Y LAS MILINAS.

MILONGA DE LA CORVINA, ESTUFEANDO Y EL CRITICALE. INTERPRETADAS POR LA MELODIOSA VOZ DE CHACHO ANTUN Y OLGUITA FILIBER(si los de Soronga discos nos dan los derechos)

VESTUARIOS Y MAQUILLAJE: HERMANAS BELÓN.

GUIÓN: ROMUALDO ARGHT Y ADOLFO PEREZ ESCUPEL.

PUESTA EN ESCENA: ADOLFO Y MARIELA PEREZ ESCUPEL.

DIRECCION ADOLFO PEREZ ESCUPEL Y JAZMINO BROULÉC, El GILDO(SEGUNDA CAMARA Y REPRESENTANTE DEL SINDICATO)

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