Yo, por teléfono sin ninguna verngüenza
- Aló. Mamá. ¿Cómo estás?
- Estoy bien.
- ¿Cómo están todos?
- Chévere, nada más tu hermana que se fracturó una pierna, pero nada del otro mundo.
- Mira. Necesito algo de dinero.
- Yo también.
Me jodió así la coñoemadre.
- ¿Cómo?
- Este sueldo no me alcanza para nada. Pero ¿acaso sabes lo que está pasando en el país?
- Si no tienes dinero no importa mucho lo que pasa en el país, ¿no te das cuenta que siempre pasa algo?
- ¿Pero dime cómo estás? Hace tiempo que no llamas.
- Estoy bien, no ves. Si no, no necesitara el dinero.
- Hay hijo, eso no tiene sentido, si estuvieras bien no necesitaras el dinero y supieras lo que está pasando podrías hacer algo al respecto. Hay problemas en el centro de Caracas, parece que…
- Mamá. La política solo sirve para distraer a la gente. Eso que estás viendo lo distrae a uno del encuentro con los dioses.
- Hijo, ¿quién es uno sin lo que hay alrededor? Por gente como tú, en el sur hubo muchos desaparecidos. Pensando así la gente se hace ingenua. Aquí en el barrio estamos esperando que hagas un esfuerzo completo, pero te has transformado en un loco…
- Mejor hablamos después de eso.
- ¿Cuéntame de la salud?
- En estos días me dio una diarrea.
- Toma carbón vegetal, no compres los medicamentos en la farmacia. No confíes en las transnacionales.
- Mándale saludos a mi papá. ¿Tienes el número de cuenta?
- Sí. ¿Todo está bien, cómo te has sentido?
Ella puede preguntar eso cientos de veces.
- ¿Qué estás haciendo, para sobrevivir?
- Tomo fotos.
- ¿Dónde trabajas?
- Por mi cuenta.
- Está bien hijo.
Palabras más, palabras menos y colgamos. Yo me quedé de este lado, donde siempre estoy y ella pasó al otro donde están todos, donde mi madre se reúne todo el tiempo y es una mujer que mucha gente admira, porque participa del dolor de otros y moviliza gente para despertar políticamente. Yo no sé si eso sirva, porque la gente necesita entender la realidad, pero busca otra cosa. La organización política puede ser una forma más bonita de abandonar el esfuerzo por descubrir la realidad completa. Vivir en una ciudad diseñada para que no puedas inventar nada nuevo, aunque sea luchar contra los ricos es un contrasentido interesante. Desde que los burgueses patentaron las invenciones y los descubrimientos han logrado administrar la satisfacción, ofreciéndola en cuotas para que nunca puedas cancelarla. Eso aumenta el contexto segregante de mis personajes. El pueblo inventó la lucha social pero la izquierda basada en denuncias de injusticias descubrió fuentes de trabajo, a ellos también les convienen los pobres. Yo aprovecho que todo el mundo anda en ese enfrentamiento para inventar personajes, que ahora no quiero matar porque me da vaina pero sé que intentan escapar, encontrar un lugar.