Peligra Eurovegas

Hay millones de personas que detestan los juegos de azar, aunque luego compren lotería de la ONCE que cubre sin aportaciones estatales las necesidades de decenas de millares de discapacitados.

Hay millones de fumadores en el mundo seguidores de un hábito de los marineros españoles que imitaron a los primeros indios que vieron en 1492, aunque quien creó la industria del humo fue el corsario británico Walter Raleigh, en el XVII.

Los españoles pudieron iniciar ese negocio, pero, igual que con algunos vicios y pecados nefandos como amar el chocolate, se lo cedieron a otros menos escrupulosos.

Madrid espera la construcción de una miniciudad llamada Eurovegas, con 17.000 millones de euros de inversión que crearían 250.000 puestos de trabajo y traería a once millones de turistas anuales de todo el mudo, según su promotor, el magnate Sheldon Adelson, con negocios similares en Las Vegas y varias zonas de Asia.

El juego sólo representaría el diez por ciento de la actividad. El noventa restante vendría de otras formas de ocio, congresos y convenciones, compras y turismo.

Adelson quiere que pueda fumarse en su miniciudad, bien aislada, pero choca con la radical e hipócrita ley antitabaco zapaterista: el propio Zapatero fuma a escondidas.

Ahora parece que el fumador Rajoy está acobardado ante reacciones puritanas y neofranquistas que quieren imponer su integrismo a los demás, y no se atreve a reformar esa ley para suavizarla en sitios como Eurovegas.

Pese a que nadie obligaría a ir a ese lugar de perdición a tragar humo o a perder en la ruleta, como nadie impone comprar boletos de la ONCE.

Sheldon Adelson podrá instalarse en otro país europeo: así, los seis millones de parados españoles evitarán pecados nefandos, mientras Walter Raleigh resucita para reírse de los españoles.

(Para alejar dudas sobre esta crónica: el cronista dejó de fumar hace muchos años, ni siquiera entra en casinos o bingos, y muy raramente compra lotería)

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EL GRAN SALAS

Nota.- Armando Salas y yo nunca nos ponemos de acuerdo sobre los temas que tratamos. Él tiene su mundo y este cronista el suyo. Raras veces coincidimos, aunque yo suelo conservar sus tiras diarias para vincularlas más o menos acertadamente con mis crónicas.

Pero resulta que su tira de mañana en El Correo Gallego está relacionada con esta crónica. Pido perdón al diario por anticiparme e invito a los lectores de esta página a que compren masivamente ese diario.