Revista Comunicación

Peligro: extremadamente volátil

Publicado el 19 junio 2014 por Javier Ruiz Fernández @jaruiz_

Eso es lo que decían numerosos pósteres promocionales de Breaking Bad. La serie estrella de la cadena AMC durante los últimos, ¿qué? ¿Cinco años? Algo así… Ya lo sabemos, sí, aquella del profesor de química con cáncer que empezaba haciendo uso de la tabla periódica sobre fondo verde para presentar a guionistas, actores y productores. Y varios meses después, ahí van mis cuatro notas sobre la serie y, en especial, sobre el final de la misma (vamos, que contiene spoilers).

Walter White

Walter White en calzoncillos, o Bryan Cranston, o el padre de Malcolm. Sí, ese también.

Eso sí, empezaré diciendo que el cierre de la quinta y última temporada es… espectacular. Muy bien hilado. Esperable, pero también sorprendente. Podría decirse que Breaking Bad es la mejor serie de los últimos diez años. Quizá se trate de un producto tan de masas como Lost en su época, o True Detective, en 2014; o quizá tampoco sepa reproducir la vida misma, como la mayoría de series, que suelen definirse por la superficialidad y el esquematismo, como diría Vargas Llosa contraponiendo The Wire a esa regla, y donde yo me atrevo a enraizar en el mismo tallo a Los Soprano. (¡Qué coño!) Y, por supuesto, llevaba un cojón de hype, pero después de lo que se ha hecho con True Detective…  no es perdonable, sino que, directamente puede omitirse.

Las cinco temporadas de Breaking Bad son un profundo análisis sobre los conceptos del bien y del mal, del héroe y el antihéroe, de los negros y de los blancos, de lo erróneo de cualquier pensamiento subjetivista o poco perspectivista, de lo simplista, de lo miedista… Y, además, es entretenido. Es jodidamente entretenido, porque aparece el cártel colombiano, y grandes traficantes, y capos, y Heisenberg. Y hay gente que está donde no debería estar, o quizá todo lo contrario. Supongo que algunos no me entenderéis… Pero eso es porque no habéis visto la serie.

Cinco cosas que debes tener presente tras ver Breaking Bad

Ante todo, y a diferencia del 99% de los blogs, estas cinco cosas no van a presentarse en formato de lista, sino a través de un hilo conductor, que es Walter White, el protagonista.* (1) Y Walter White no es un químico, ni un profesor de instituto, ni un traficante de metanfetamina: es todo eso, y también una mala persona. El personaje de Bryan Cranston es totalmente antinómico a Hank Schraeder, un agente de la DEA que, además, es su cuñado.

Son totalmente contrarios hasta el punto de que el primero ve un mundo de grises, mientras que el segundo, Hank, ve un mundo de blancos y de negros. (2) Y en ese mundo de grises, está también Jesse Pinkman, que al igual que Walter White ha escogido ese camino de criminalidad y dinero fácil que la serie nos distingue a través de una línea, a priori, muy simple trazada entre la legalidad y la ilegalidad. No entre lo bueno y lo malo: ¿es bueno acaso que el cáncer de Walter deje a su mujer embarazada, viuda y arruinada con un bebé y un hijo dependiente? ¿Pero por qué Walter no pide ayuda a sus cuñados? ¿Por qué Walter no se resigna?

Breaking Bad

Walter White (Bryan Cranston) y Jesse Pinkman (Aaron Paul) en una imagen promocional de la serie.

¿Por qué no busca otra salida? (3) Porque Walter no es una buena persona. Es un antihéroe. El Walter que el mundo conoce hasta su quincuagésimo cumpleaños es una máscara, Heisenberg se esconde detrás, y Heisenberg es el verdadero Walter. Por ello, a la larga comprobamos que el título de la serie (Breaking Bad, ‘Volviéndose malo’) es clave para entender la serie y, a la par, es fundamentalmente falso. ¿O quizá no? ¿La maldad es aprehendida o es innata? Eso es otra discusión… donde sigo decantándome por el gris.

(4) Lo que sí es evidente es que Heisenberg ha sido contenido a través de una mujer dominante (Skyler), dura e inteligente. Alguien que, a priori, sabe desenvolverse por la vida mucho mejor que su marido, y que fue creada ex profeso así, para resultar castradora. Como Carmela Soprano (Los Soprano), como Lori Grimes (The Walking Dead) o como Margaret Thompson (Boardwalk Empire), entre otras. Figuras que alivian al antihéroe, que le ofrecen algo de margen y que permiten a gran parte del público empatizar con él.

(5) Por todo ello, Walter nos cae bien. No queremos que muera, sufrimos por él, no entendemos que tenga que huir, que le persigan por tráfico de drogas, por asesinato, por secuestro de menores… Porque se nos ha permitido empatizar con él, de forma similar a cómo el espectador empezó a acercarse a la figura del monstruo clásico. Y este esquema, sirve. Porque Heisenberg es un monstruo.

Lo mejor de Breaking Bad

  1. La metamorfosis o el surgimiento del verdadero ego de Walter White: quizá estaba reprimido, quizá las circunstancias lo convirtieron en eso… Sin embargo, la transformación es, en sí misma, un acto de poder, donde el protagonista tiene que ver y tiene que querer
  2. Su asunción: la afirmación de quién es y quién no es. En otras palabras: ‘I did it for me. Just for me. I like it’
  3. El final: necesario; una buena forma de cerrar un ciclo y no deja cabos sueltos

Por un lado, Vince Gilligan emociona más que sorprende y cierra gran parte de los temas abiertos: Walt y Jesse, Walt y Hank, Todd, Lydia… Incluso queda esbozado el qué y el cómo de Skyler, Holly, Walter Jr. y Marie.

Por el otro, quedan temas por analizar, a través de los que especular y donde opinar (el destino de Jesse, por ejemplo), pero la serie, como producto televisivo, queda cerrada. Las drogas, la ilegalidad, la idea del quid pro quo, del fin justifica los medios, de libertad, de justicia, de moral… Sobre todo esto, quizá uno de los temas más interesantes tratados en la serie es la elección moral de la venta y del consumo, totalmente erradicada desde la perspectiva legal y parcial de Hank, pero donde la serie no termina de posicionarse, reservando un pequeño espacio donde descansa el deber,el poder y el querer.

De todo ello, hay una obra completa de la editorial Errata Naturae titulada Breaking Bad que analiza y busca respuestas a muchas de estas preguntas surgidas durante el desarrollo personal del protagonista. Ahora, quedan preguntas silenciadas a la fuerza (¿era Walter un Gus Fring en potencia?; ¿de dónde salió Heisenberg?; ¿un hombre nace o se hace?), y un comentario: Usted es de los buenos’, decía Jesse Pinkman en los inicios. ¿Lo recordáis?

* De otro modo, me parece esquemático y simple, y Breaking Bad no se lo merece.


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