Revista Viajes

Peligros de viajar sola

Por Tierrasinlimites @tierrasnlimites

Llevo ya más de 5 años reservando parte de mis días libres para viajar sola y, aunque no es por asustar (el miedo no es buen compañero) sí que hay que tener en cuenta algunas cosas antes de emprender un viaje sin compañía. Ahí van los 10 peligros que me he encontrado al viajar sola. Son muchos más. Avisados estáis ;).

 

1. Reírte sola. Porque algo te divierte, te encuentras en una situación un poco absurda u observas una escena curiosa. ¿No es ese un síntoma de locura?

2. Llorar sola. Y emocionarte. Porque estás abierta a cualquier experiencia y ese abuelo que se levanta para cederle su sitio a una mujer embarazada, te emociona. O esos ancianos que caminan de la mano. O el sonido del mar. Y te cae una lagrimilla. Y estás sola.

3. Hablar contigo misma. Y decir “guau”, “hostias”, “ya decía yo”… cuando te encuentras inmersa en un paisaje de esos inmensos que te hacen sentir pequeña y grande a la vez o estás por primera vez frente a ese monumento con el que siempre has soñado. O quedarte muda. Otro signo de que empiezas a estar mal de la chaveta.

4. Comer sin control. Patacón, chocolate belga, cous cous… Querer probarlo todo y disfrutar con cada bocado. Se agrava el síntoma cuando, además, te interesas por conocer las recetas para “pseudococinarlas” una vez que vuelvas a casa.

5. Perder el tiempo. Y pasarte horas delante de un cuadro, en cualquier museo contemporáneo, que solo a ti y a su autor os interesa . Tumbarte en un parque a observar un gorrión. O coger puñados de arena para intentar distinguir los colores de los granos que la forman. Y dejar correr el tiempo. Cuidado, cuando empiezas a disfrutar en solitario, los minutos tienen otra dimensión.

6. Hablar con extraños. Punto súper peligroso, ¿no te lo advirtieron? Conocerás a gente con mochilas a cuestas que solo pesan lo que llevan dentro. Y ¡atención! El principal peligro es que seguramente te gusten las conversaciones en idiomas chapurreados, con mímica y signos, con gente de culturas diferentes, de lo más variopinto y muchas sonrisas. ¿No es terrorífico?

7. Entender palabras en un idioma que no es el tuyo y que nunca habías escuchado antes. Consecuencia derivada de la anterior. No me negaréis que es de lo más preocupante: charlas con extraños, con palabras intercalas en distintas lenguas o, aun peor, inventadas pero, que para ti, tienen significado. Síntoma inequívoco de posesión. Aquí estamos ya a un paso de empezar a hablar en arameo.

8. Echar de menos. Sitios, experiencias, personas. Y debatirte entre volver al mismo lugar, una vez más, o descubrir países nuevos.

9. Gastarte cada céntimo en viajes. ¿No te han dicho que hay que consumir y comprarse lo último en tecnología, ropa o maquillaje? ¡Manirrota!

10. De encontrarte. Después de haberte perdido. Y de perderte. A propósito. Para después encontrarte.

Nunca emprendas un viaje sin compañía. No cargues con la mochila tú solo. Corres el serio peligro de que se convierta en costumbre.

Parque Vigeland, Oslo

 


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