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Pero qué gestos de buena voluntad estamos viendo en la actualidad por parte de unos y de otros. ¿El último? El de los responsables del ayuntamiento de Madrid que han decidido suprimir de sus gastos el agua mineral, los desayunos de trabajo y las comidas en restaurantes caros. De esta forma en el ayuntamiento de la capital de España pretenden mostrar que desde la administración pública también se puede ser austero.
El artículo publicado en el diario ABC (www.abc.es) este fin de semana llamaba mi atención porque no deja de ser un pequeño gesto que, y no ahora por la crisis, debería haberse suprimido hace bastante tiempo. Medida por cierto, que tampoco es que se haya adoptado con mucha prisa, sobre todo teniendo en cuenta que la crisis comenzó en 2008 y desde entonces hasta ahora mucho ha llovido.
Y es curioso que ahora beban agua del grifo cuando tengan que presentar alguna novedad relacionada con la administración madrileña ya que, el que no haya agua mineral en las ruedas de prensa, que es donde se suprimirá porque ahí es donde las cámaras pueden grabar y la prensa puede fotografiar, tampoco será una medida de mucho ajuste económico. Sobre todo cuando en los despachos se siga bebiendo Solán de Cabras u otra agua mineral de igual o superior importe.
Además tampoco me convence que ya no haya desayunos de trabajo o almuerzos de empresa puesto que con lo que ya se han zampado y acumulado en el panículo adiposo de sus cuerpos (que para aquellos que no lo sepan, explicar que es un almacén de reservas nutritivas situado en la zona abdominal), éstos estarán servidos de proteínas, minerales y demás durante décadas gracias a lo comido por lo servido.
Así que dejémonos de dar tristes ejemplos, porque si esas son las medidas de austeridad propuestas por un ayuntamiento tan importante como puede ser el de Madrid, les sugeriría además que recortaran en cargos de confianza, vehículos oficiales y un sinfín de gastos inútiles que seguimos y seguiremos desconociendo los pobres ciudadanos de a pie, a los que, cómo única medida de austeridad para nuestros bolsillos que veremos ante tanto despropósito será la de que nos suban los impuestos. Y estaba siendo sarcástico.
Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…