Revista Comunicación
En 2016, cuando el audiovisual cinematográfico y sobre todo televisivo estaba saturado de zombies, el director surcoreano Yeon Sang-Ho sorprendió con la estupenda y refrescante Train to Busan. Era su primera película de acción real, tras una varias cintas de animación, incluyendo Seoul Station (2016), ambientada en el mismo apocalipsis zombie que el mencionado film. Ahora, Sang-Ho presenta una tercera entrega de sus muertos vivientes contorsionistas y espasmódicos en la alucinante Península. En ella, la acción se traslada cuatro años después de la epidemia zombie en Corea, que ha sido abandonada a su suerte. Los protagonistas son cuatro refugiados en Hong Kong, que tendrán que volver a su país para recuperar un camión que transportaba dinero. Como pueden adivinar, Sang-Ho convierte esta nueva película en un film de acción criminal, en el que los protagonistas tendrán que infiltrarse en territorio de los muertos vivientes -o infectados, si lo prefieren-. Así, aunque la película comienza como un epílogo de Train to Busan, en el mismo tono, pronto se convierte en una vibrante cinta de acción, que se traslada a un escenario post apocalíptico cercano a la saga de Terminator y Mad Max -y mencionemos otro referente: Doomsday (2008) de Neil Marshall-. La película es muy divertida, sumando al terror tiroteos, peleas de artes marciales, vertiginosas persecuciones de coche, mucho humor -gracias a unos personajes pasadísimos de rosca- y sobre todo muchas ideas. Sang-Ho tiene un montón de ideas para generar tensión, miedo, para sorprender, gracias a brillantes recursos argumentales y de puesta en escena. La película nos mantiene entretenidos durante todo su metraje gracias al ingenio con el saca partido a los zombies, y a cómo reaccionan a los ruidos y a las luces brillantes; y también introduciéndonos en las divertidas estrategias de supervivencia de los que se han quedado atrapados en Corea y en la gamberra sociedad tribal que han formado un grupo de exmilitares. Pura diversión en una película de tono muy diferente a Train to Busan, pero a la misma altura, aunque comparta con esta un final melodramático algo forzado.