Revista Viajes
En este verano belga, que no acaba de llegar, donde a primeros de julio la temperatura media es de unos 18º y caen todos los días enormes cataratas de agua desde unos grises nubarrones, amén de vientos huracanados, rayos, truenos y centellas, se nos están acumulando las noticias desalentadoras (y las llamo así para no exagerar). Primero el 23J, nuestros amigotes británicos deciden dejar el continente solo y ponerse a vivir la vida por su cuenta. A continuación, el 26J nos llegan noticias de que las elecciones en España no han ido como deberían o como a un servidor le hubiera gustado. Y digo nos llegan noticias, porque la Embajada de España ha tenido el detalle de no enviarme mis papeletas, como era su deber y obligación.
Para acabar de sumirnos en la depresión, la productora de la serie "Penny Dreadful", una de mis series favoritas (como todos sabéis yo soy un adicto seriéfilo) ha decidido terminarla al fin de la temporada tercera. Válame Dios y qué pérdida. Uno que ya estaba absolutamente absorto y fascinado por las aventuras de Vanessa Ives y su lucha contra los demonios, íncubos, súcubos, vampiros en el Londres del siglo XIX, se queda con cara de lelo y dice ¿Y ahora qué hago? ¿cómo paso las frescas tardes de verano, sin ver los agresivos ojos de Eva Green o la mirada socarrona de gentleman de Timothy Dalton?
Ya sé que no ha tenido el relumbrón de "Game of Thrones", pero los adictos nos lo hemos pasado terrorífico con la serie. Para empezar, un comentario sobre el título: un "penny dreadful" era una novela barata de terror que se vendía en el Londres victoriano, y que costaba un penique, como ésta:
La traducción más cercana que he encontrado en castellano es "novelucha". También se vendían noveluchas baratas en España aunque, claro, no costaban un penique. Ésta, por ejemplo, costaba 20 céntimos:
Desde los tiempos en los que tiene lugar la serie han pasado muchas cosas en Londres. Como a casi todos los españoles que conozco, es una ciudad que me fascina y que se ha modernizado a ritmo sostenido, pero siempre manteniendo un sello propio. A veces, es cierto, hasta con un aspecto un poco escalofriante, como el puente de la torre visto de noche:
O esos monstruos que vuelan por el interior del Museo Británico:
Es cierto, el clima gris, la niebla frecuente hacen que la ciudad tenga un poco de aspecto mágico y misterioso. Claro, que para eso están los "pubs", para ahuyentar la noche:
Donde todo inglés que se precie va a tomar unas pintas de cerveza bitter en sus horas de asueto. Aunque ya se han modernizado y tienen en todos los pubs grifos de diversos tipos de cerveza. En una ocasión, en uno de los bares de Carnaby Street ví que tenían un grifo de "Leffe". Pedí una, yo espero que en correcto inglés, pero el camarero me respondió directamente en francés avisándome que sí, que tenían Leffe, pero no el vaso semiesférico típico. La tomé, y desde luego, no sabe igual en un vaso inglés de una pinta.
En esas tardes de comienzo de fin de semana, las londinenses en general se despendolan, con sus minifaldas, armando follón hasta en el Metro:
Insisto, a servidor le gusta mucho Londres. He vivido allí, he trabajado allí y me he cogido algún pedal a base de cervezotas (y ya es mérito, porque son muy ligeras). Por eso, me ha llenado de tristeza el hecho de que unos jetas hayan convencido al pueblo inglés para votar por el Brexit. Ya lo sentirán, ya, y si no, al tiempo.
Fijaos, ¡Oh amigotes! en este conferenciante de domingo en Hyde Park Corner. Está diciendo que su misión es reunir a todo el planeta. Y sin embargo, van y se separan:
Cierto es que, muchos británicos piensan que su relación especial con los USA los pone a salvo de todo. Hasta en la calle se puede ver en un banco a Churcill conversando con Roosevelt. Verdad es que están ya un poco bronceados de tanto estar al aire libre, pero ahí están:
Pero en fin, mal que les pese, los británicos son europeos. Se acabó el imperio, se acabó el "Raj"* y son una isla más. Poderosa, pero una isla. Cuando yo trabajaba por allá, había ingleses a la antigua que decían que si estaban en la Unión Europea era para controlarla y dirigirla. Pues no sé, lo que sí han hecho es poner bastantes piedras en el camino. Pero, ved, oh amigos, que en el mismísimo Albert Memorial, monumento a las glorias británicas, en uno de los frisos dedicado a los literatos, aparecen juntos Corneille, Molière, Cervantes, Virgilo, Homero... Ni un solo gringo:
Pero bueno, vuelvo a Penny Dreadful. Como dije arriba, ya he visto el último capítulo de la tercera temporada. Vamos, el último capítulo de la serie. No sé si la habéis seguido, pero de verdad, a pesar de la pena que da que se acabe, el capítulo es muy bueno y está dirigido por un español, Paco Cabezas. La última secuencia es para ponerse de pié y quitarse el sombrero. Os la copio a continuación. No tiene spoilers, no se ve de quién se trata, así que podéis verla:
El narrador, con una voz que os dejará impresionados recita unos versos de Wordsworth. Los versos son de una oda que está llena de nostalgia por el tiempo que ha pasado. No copio los versos en inglés, porque están subtitulados en el video. Os pongo una traducción aproximada al castellano:
Hubo un tiempo, cuando prados, bosques y arroyos
la tierra y todo lo que yo veía
se me aparecían ataviados en luz celestial,
la gloria y la frescura de un sueño.
Ahora, no es como antaño
por doquiera que miro
de día o de noche,
ya no puedo ver todo eso
Pero hay un solo árbol,
uno entre muchos,
un único campo que miro
me hablan de algo que se ha ido
la flor a mis pies
repite la misma historia
¿a dónde ha ido aquella visión brillante?
¿dónde están ahora el sueño y la gloria?
No es todo el poema, que es mucho más largo y que ya se utilizó en "Esplendor en la hierba" (así se dice en otro de los versos), la película de Elia Kazan con una Natalie Wood que tras todos esos años muerta, sique enamorándonos a todos.
Pues eso, que ya no nos queda Inglaterra ni volveremos a ver a Eva Green como Vanessa Ives, pero siempre podemos volver a ver a Natalie Wood.
Besotes, que me he puesto plastísimo