Se murió hoy hace ciento veintitrés años, el seis de octubre de mil ochocientos noventa y tres, cuando tenía cincuenta y tres años. La apariencia de sus últimas imágenes es de más edad. Seguramente como anticipo de los años, más allá del tiempo, que sigue manteniéndose presente y vivo en su música.

¿Se murió? ¿Y qué sabemos nosotros de la vida y la muerte? Acaso ocupamos durante un tiempo este mundo visible, táctil, oloroso, musical, sabroso y lleno de sinsabores con nuestros sentidos para tener ocasión de ampliar nuestro espíritu que está vivo siempre, antes aún de adquirir esta materia consciente y después de dejar de respirar.

También nuestro Tchaikovski tuvo dudas y luchas sin cuartel para conseguir vivir dedicado a la música; entendió que era músico y en ese ser había de caminar enteramente. Comenzaron un día a bailar notas entre sus dedos y después llegaron diversas piezas de ballet, la primera El Lago de Los Cisnes. Sintió piedad de la princesa Odette y del enamorado Sigfrido y les rodeo de un sinfín de amigos y enemigos. Termina el ballet en el acto cuarto a la orilla del lago y son diversos finales los que han construido los diversos directores en esta continua pulsión entre el encuentro y la vida, entre la separación y la muerte.

El acto tercero del Lago de los Cisnes se desarrolla en una sala hermosa en el palacio; se celebra la fiesta donde Sigfrido ha de elegir esposa. Sigfrido es engañado y piensa ver a Odette en quien es otra persona, cuando descubre la mentira que está a punto de aceptar como verdad, corre hacia el lago donde sabe que está su amada.

Javier Agra.