Esta es la viñeta publicada por El Roto el pasado día 20:
Resulta de entrada turbadora, porque nos pone ante un espécimen de estólido buen salvaje contemporáneo (una especie de atildado ejecutivo) que aparenta seriedad e inocencia (por ignorancia insalvable) respecto de la brutal contradicción que toma el sentido propio del evangelizar (que de suyo significa "predicar la fe de Jesucristo o las virtudes cristianas"), al colocarlo en contexto económico.
Sabiendo que de ordinario El Roto denuncia cuestiones vitales, es decir, avisa de hipotéticos delitos o faltas respecto de una genuina vida personal cívica, el asunto admite matices y pide comentario.
Porque ese estólido buen salvaje contemporáneo parece inventar una nueva fórmula para aquel viejo aforismo del "primum vivere, deinde philosophare", con la que parece quedar claramente establecido que si se trata de evangelización, ésta necesariamente sería -al menos de entrada- de índole económica.
Pienso que hay un razonable equívoco en todo esto, que al declararlo a continuación quizá se quite fuerza a la viñeta de El Roto, aunque a fin de cuentas deja ver el fondo de la cuestión.
La idea clásica griega dice que la cronología del adquirir o aprender saberes comienza de entrada por los necesarios, aquellos neg-ocios que permiten la supervivencia; luego vienen los neg-ocios útiles, que ofrecen comodidades no fundamentales; finalmente, vienen los saberes de suyo placenteros, que -instalados en el estudio que permite la scholé, el ocio- resultan estar al margen de la utilidad.
Para los clásicos griegos, la actividad o el saber filosófico o cultural está por encima del saber político (que sería el más noble para el ser humano, si no existiera un Dios al que contemplar), y el saber político está por encima de los saberes utilitarios, tas los que aparecen los más elementales, relacionados con la estricta supervivencia, que viene a ser asunto propiamente económico.
Unir la dedicación a la contemplación y evangelización de Dios con la economía, tal como hace El Roto, viene a ser una estricta entronización de lo más instrumental como lo más final y definitivo.
Quizá para los griegos estaba muy claro el límite superior de la supervivencia, pero el caso es que hoy, en asuntos de dineros, parece que lo que impera es que nunca tenemos suficiente. De ahí la "evangelización económica": todo puede reducirse a dinero, todo tiene su precio, todo es economía, de entrada.
Luego ya veremos, viene a decirse cuando se plantean cosas menos ligadas a esta "supervivencia". El caso es que ese "luego" suele proyectarse en un futuro muy lejano, colindante quizá con la muerte natural.
Y el caso es que lo planteado por El Roto no desentona demasiado con algunas actitudes de tanto MBA como hay por el ancho mundo, que -salvo esquizofrenias leves en buenas gentes de cultura y fe- intentan reducir todo lo que encuentran a su paso a asunto de estricta economía y management.
Una pena para la economía, y sobre todo para las gentes, la política, la cultura y la fe.