Revista Filosofía

Pensares confinados

Por David Porcel
El confinamiento nos ha llegado también a Zaragoza y, seguramente, se prolongará durante el tiempo suficiente para hacer un alto en el camino y pensar. Pero pensares hay muchos, y aparecerán los pensares obsesivos, afanados en buscar el "verdadero" origen del problema, como si la verdad y la falsedad rigieran lo humano y como si todo problema tuviera su origen..; y aparecerán los críticos resabidos, que habrán encontrado un objetivo definido sobre el que cargar su ira y frustraciones personales, en forma de reproches y quejas a prisioneros de su ignorancia...; y aparecerán los hipocondríacos, que se medirán la temperatura temblorosos de cualquier alteración y condicionados siempre a una naturaleza demasiado frágil como para aliviar la hipocondría; y los teleadictos, a la televisión, las redes sociales o al teletrabajo, que con esto de la transparencia y de que todo el mundo puede ver lo que se hace podrá derivar en exhibicionismos del tipo...."mira, qué bien lo hago". Y aparecerán los separatistas, que viéndose separados del mundo les asfixiará no poder separarse de su familia, o incluso de ellos mismos al no abandonarse en aquellos paseos al sol. Y aparecerán los pensares recurrentes, y los intermitentes, y los olvidadizos. Y los insomnes en las largas noches de un día que se anticipa igual al anterior. Y si el confinamiento llega a ser mayor, porque incluso el aire enfermara, aparecerán, sin duda, los pensares nostálgicos, de acercamientos y miradas próximas a primeros planos reveladores de secretos que sólo la distancia es capaz de borrar. Y si todavía es mayor, porque ya nadie ardiera nuestros desperdicios, aparecerán los pensares esperanzados de mundos que una vez se nos fueron de las manos pero que algún día volverán a las de los nuestros.

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