Estamos en la segunda ocasión en dos años en la que van a reducir las pensiones y a endurecer las condiciones para recibirlas sin que los partidos políticos se unan para explicar por qué.
La oposición manipula ahora la situación tratando de erosionar al Gobierno, como le hizo el PP en 2011 al PSOE.
Entonces, Zapatero retrasó el acceso y redujo el importe de las pensiones rompiendo por primera vez el avance iniciado por la Seguridad Social al fundarse hace un siglo, en 1908, y que desde entonces mejoraba lentamente, sin marcha atrás.
En mayo de 2010 Zapatero había recibido las llamadas de los líderes europeos, e incluso de Obama, advirtiéndole que sus gastos desaforados y alocado endeudamiento ponían en peligro la estabilidad financiera internacional.
La resaca afectó a todo, también a las pensiones: trajo más años de cotización y un calendario para retrasar la jubilación a los 67 años.
La respuesta del PP fue acusar a Zapatero de destruir el sistema y obligar a tomar planes privados, como ya habían propuesto los socialistas en la crisis económica y de paro de los 1990.
La historia ha virado, y las causas alegadas por Zapatero parecen aún más graves ahora: seis millones de parados, ocho de pensionistas, sólo 16 de cotizantes y una tasa de natalidad del 0,73 por ciento.
No hay trabajo, ni habrá trabajadores para sostener un sistema con cada vez más pensionistas que viven más, hasta los 81, 37 años de media.
Los sindicatos y el PSOE se oponen a nuevas reformas, pero el experto de CC.OO. en un comité independiente de sabios, y hasta el vicepresidente de la Comisión Europea, el socialista Joaquín Almunia, apoyan la transformación inmediata.
Si esto no se arregla, no es que nos vayan a rebajar las pensiones, es que, a medio plazo, desaparecerán.
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