Revista Política
En contraste con la fuerte subida del 22,3% aplicada al SMI, el Acuerdo Presupuestario entre el Gobierno y Podemos sigue manteniendo en niveles de pobreza a un gran número de pensionistas. Las pensiones más bajas —las mínimas y las no contributivas— crecerán tan sólo el 3%. El monto total de las mejoras adicionales de este capítulo (1.088 millones) es inferior al sobrecoste del 83% que pagará Defensa a Navantia (1.772 millones) por un error de diseño del nuevo submarino S-80.
El acuerdo presupuestario del Gobierno de Pedro Sánchez y Unidos Podemos contempla una fuerte subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI): 900 euros al mes en 14 pagas en 2019. Una medida digna de aplauso, pese a los funestos augurios de los voceros de turno, que escriben a sueldo de los grandes poderes económicos, pronosticando una gran debacle nacional sólo por el hecho de que los trabajadores más pobres vean disminuida su pobreza en algunos puntos.
Por lo que a pensiones respecta, el alcance del acuerdo es mucho más modesto. De entrada, se contempla una revalorización inicial de las mismas, en 2019, conforme a la previsión de IPC, con una garantía de paga compensatoria en caso de desviación a final de año. Incluye, además, dos medidas adicionales de las que algún medio se hace eco con un titular algo triunfalista: Podemos arranca una nueva mejora de pensiones por valor de 1.088 millones como mínimo.
En concreto, esta mejora adicional supone, por un lado, garantizar que los pensionistas reciban una paga compensatoria "si el IPC de diciembre de 2018 supera el 1,6% de revalorización inicial". Con un coste estimado de 704 millones de euros. Por otro lado, las pensiones mínimas y no contributivas subirán un 3%, "dada la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran los perceptores de las mismas", según indica textualmente el acuerdo. Con un impacto presupuestario de 384 millones de euros.
'Arrancar' es un verbo que utilizado en una negociación adquiere tintes épicos. Parece evocar el resultado de una gran batalla, pero la realidad es que al Gobierno no le habrá supuesto un gran esfuerzo realizar esta 'concesión', teniendo en cuenta que esos 1.088 millones de euros suponen un esfuerzo inferior al que ha tenido que realizar para pagar a Navantia el resultado de un error garrafal.
Navantia es la empresa encargada de construir los cuatro nuevos submarinos S-80 destinados a la Armada española. Tras sucesivos retrasos, en diciembre de 2012 se constató un fallo en el diseño: un desvío de 125 toneladas en el peso del submarino, lo que comprometía su flotabilidad; es decir, que no estaba garantizado que saliera a flote tras sumergirse. Este fallo obligó a un nuevo diseño que alarga la eslora en más de 10 metros para compensar el exceso de peso, con un incremento del techo de gasto de 1.772 millones de euros. Pasando de 2.132 millones de presupuesto inicial a 3.907. El pasado mes de julio, el consejo de Ministras/os aprobó asumir este sobrecoste del 83% sobre lo previsto.
El Nobel de economía Paul Samuelson acuñó el ya proverbial ejemplo de la elección entre cañones y mantequilla(*). Parece que a la hora de acordar el presupuesto, el coste de oportunidad elegido por Gobierno y Podemos se inclina más bien por el lado de las cañoneras y no por el de la mantequilla para el desayuno de los jubilados. Pese a que la pension más habitual, 645 euros mensuales, se sitúa en el umbral de pobreza y por debajo del mismo la mitad de las pensiones. Con tan parco ingreso, no podrán permitirse ni la mantequilla ni el aceite de oliva virgen, que dicen es mejor para el colesterol.
No se olvide el hecho de que uno de los principales motivos por el que muchas personas cobran hoy cuantías mínimas se debe a que, al estallar la crisis en 2008, se vieron afectadas por el desempleo en los años previos a la jubilación, lo cual perjudicó su carrera de cotización a la Seguridad Social. Circunstancia que constituye una doble injusticia cuando se compara con las ingentes sumas de recursos públicos dedicados a salvar a instituciones financieras o empresariales de la ruina producida por sus propios errores.
Dentro del movimiento de protesta de los pensionistas hay un clamor creciente a favor de que las pensiones mínimas sean equiparadas al Salario Mínimo interprofesional, dado que en ambos casos se trata de un ingreso vital de subsistencia. Un objetivo que difícilmente podrá alcanzarse con subidas meramente testimoniales como la del 3%. Un porcentaje que hasta la derecha de Rajoy y Rivera estuvo dispuesta a conceder tras las sonadas protestas de los pensionistas. Ha llovido mucho desde la última subida apreciable de las pensiones mínimas, que fue aplicada durante el primer mandato del Gobierno de Rodríguez Zapatero. En aquella ocasión, la subida fue del orden del 30% en cuatro años. Una mejora mucho más consistente que esta limosna, hablemos claro, del 3%.
Por otra parte, el acuerdo presupuestario firmado entre Gobierno y Podemos añade que "Hay que sentar las bases para avanzar en la senda que pueda llevar a que la pensión mínima alcance con el tiempo el 60 % del salario medio y las no contributivas el 60 % de la renta mediana, como indica la Carta Social Europea".
¿Y por qué no caminan aquí y ahora por esa senda? ¿De qué tiempo hablan? ¿Cuál es el tiempo del pensionista? ¿Cuánto tiempo le queda para ver hecho realidad el más elemental principio de justicia social? Ese cuasi infinitesimal 3% es la herida en el talón que impedirá que Aquiles jamás alcance a la tortuga.
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(*) En su famoso libro de introducción a la economía (Economics: An Introductory Analysis (1948), el Nobel en esta materia Paul Samuelson utiliza el ejemplo de los cañones y la mantequilla, para explicar la idea del costo de oportunidad, la piedra angular de la teoría económica neoclásica. Samuelson presenta una economía que sólo puede producir dos bienes: cañones y mantequilla. En esa economía, existe un máximo de producción y se puede escoger entre producir sólo uno de los bienes, o una combinación entre ellos.