A media tarde dejamos Padua para tomar un tren hacia nuestro próximo destino, Bolonia. Podría decirse que era la última etapa de nuestro viaje ya que desde allí regresaríamos a Malta y un par de días después a España, pero todavía teníamos por delante casi un día completo para visitar la ciudad.
En ocasiones, cuando no esperas demasiado de un sitio, te sorprende. Y eso es lo que nos ocurrió con Bolonia. No quisimos quitar un día a Padua porque nos pareció que en Bolonia no había mucho que ver, nos habían recomendado pasear, vivir las calles y disfrutar de la vida de la ciudad, pero poco más. Sin embargo descubrimos una ciudad con mucha vida e interesantes lugares para visitar.
Dejamos las maletas en el Arcoveggio, hotel para nuestra estancia en Bolonia, y salimos a dar un paseo cuando ya había anochecido. Llovía, pero las calles estaban llenas de gente que hacía las últimas compras para la Befana y el ambiente era bastante animado, así que caminamos un rato, cenamos y regresamos al hotel.
A la mañana siguiente desayunamos y, después de dejar las maletas en recepción, salimos a visitar la ciudad. Localizamos los horarios de autobús al aeropuerto y desde allí nos fuimos a la oficina de turismo. Conseguimos algo de información y comenzamos nuestra visita desde ahí mismo, ya que nos encontrábamos en la Piazza Maggiore, la más importante de la ciudad.
Es un espacio amplio y peatonal, en el que se aglutinan importantes edificios como el Palazzio del Podestà, con la torre dell’Arengo y el Palazzo Re Enzo, la Fontana del Nettuno , la Basilica de San Petronio y el Palazzo dei Banchi.
Decidimos realizar el circuito de las Torres y recorrimos las calles visitando una por una las 14 torres recomendadas en la guía, con las Dos Torres medievales de Piazza Ravegnana como punto estrella del recorrido. Si os interesa realizar este recorrido, podéis descargar un pdf en español aquí y también ver las fotos de cada una de ellas en nuestro álbum de facebook.
Las únicas que visitamos por dentro fueron precisamente las Dos Torres, Garisenda y Asinelli. Desde arriba se divisa toda la ciudad con su característicos tejados ocres y como curiosidad, durante la subida a pie te va indicando cuando llegas a la altura de otras famosas torres, como la de Pisa o la Ghirlandina de Módena.
Encontramos la curiosa ventana sobre el canal, que resultó tener un minúsculo geocache escondido. Paseamos por las calles hasta que llegó la hora de recoger las maletas y poner rumbo al aeropuerto. En teoría el viaje acababa aquí, ya que regresábamos a Malta, donde pasaríamos un par de días para cerrar unos asuntos y así, finalizar una etapa.
De allí viajábamos a Madrid con idea de estar tan sólo unos meses, como habíamos hecho los últimos años. Lo que nunca imaginábamos era la sorpresa que allí nos esperaba y que cambiaría nuestras vidas para siempre. El broche perfecto para todo un mes viajando por Europa, cargado de recuerdos y experiencias que nunca olvidaremos.