Las entradas de este blog siempre suelen tener un toque positivo en las que se intenta premiar lo bueno sobre lo malo, ya que soy una persona a la que prácticamente todo le gusta. Solo me hace falta un ligero toque que haga que me interese por ella para que me ponga a recomendarla. Sin embargo, hoy vamos a hablar de los peores aspectos que tiene la literatura fantástica juvenil.
Antes de nada tengo que decir que yo soy consumidor de este tipo de literatura. He crecido con ella y sigue pasando por mis manos siempre que puedo. El último exponente ha sido La noche roja de Marisol Sales, la cual es la que me ha inspirado a hacer esta entrada. No porque no me haya gustado o sea mala literatura, sino porque al acabarla me puse a recapacitar sobre todos aquellos aspectos que no me convencen de este género.
Protagonistas con poca experiencia que son capaces de ganar al villano de turno, el cual suele ser un ser todopoderoso que lleva causando estragos durante toda la eternidad
Seguro que más de uno ya estáis pensando en algún ejemplo, y es normal, ya que es un patrón que se repite en muchas novelas del género. ¿Cuántas veces nos hemos encontrado con la premisa de que un joven resulta ser el elegido para vencer al malo de turno? Vale, está bien, es el elegido, por lo que sus poderes seguramente serán superiores al resto y, como mínimo, semejantes a los del adversario pero, si este ha tardado toda la eternidad en llegar a dominarlos así, ¿cómo va a poder nuestro héroe vencerle con unas pocas semanas de entrenamiento?
Es algo que a mí me saca totalmente de quicio, sobre todo porque no es difícil solucionarlo. Con lo simple que es poner un personaje experimentado, sabio, anciano a su vera que le ayude y que sea una pieza clave en la batalla. O que no le venza solo él, sino que lo haga un ejército que actúe bajo su liderazgo.
Hay dos novelas que me parecen un claro exponente sobre cómo debe plantearse este tipo de historias: Cautivo de las tinieblas de Jorge Garrido y Crónicas del asesino de reyes de Patrick Rothfuss. En la primera nos encontramos un personaje misterioso que acompaña en todo momento al protagonista y en el segundo vemos como el personaje evoluciona desde su infancia hasta el momento donde alcanza la plenitud.
Está demasiado clara la diferencia entre el bien y el mal
Vale, está claro que si nos encontramos ante un conflicto en el que vamos a luchar con seres de otro mundo que vienen a conquistarlos sabemos que ellos van a ser los malos, pero es que me parece de personaje muy poco trabajado el encontrarnos a protagonistas que sean la reencarnación del bien, que solo piensen en ayudar al mundo sin tener un solo momento de egoísmo, de maldad o cualquier otro aspecto negativo. E igual por el otro lado, ¿qué necesidad hay de que el rival sea malo hasta la médula? ¿No puede tener un pequeño ápice de bondad? ¿Quizás hace muchos años?
Como decía antes, recalco la posición de Cautivo de las tinieblas como ejemplo de cómo deben hacerse las cosas. No quiero haceros ningún spoilers, así que me limitaré a recomendaros que lo leáis.
El amor instantáneo
Yo parto de la base de que el amor no es un elemento imprescindible en ninguna novela —salvo las románticas, claro— pero, ¿no os saca totalmente del libro la aparición de una historia de amor que no se puede coger por ningún sitio? Me creo que dos personajes se atraigan nada más verse, pero de ahí a que a las diez páginas se estén jurando amor eterno hay un trecho enorme.
Así que no, trabájame la relación, consigue que haya unos pequeños detalles que hagan que me la vaya creyendo, que yo pueda atisbar esas migajas que poco a poco acabarán convirtiéndose en realidad.
Como modelo a seguir aquí quiero mencionar a Iria G. Parente y Selene M. Pétalos con sus novelas Alianzas y Sueños de piedra, en las cuales la relación de amor se puede palpar, sabes que va a pasar y quieres que pase porque consiguen que te creas totalmente la historia. Eso con un enamoramiento instantáneo no se puede lograr.
El valor que aparece de la nada
Me parece bien que el personaje sea valiente, que afronte su destino de salvar el mundo pero, ¿de verdad a un chaval de dieciséis años que acaba de descubrir sus poderes le dices que se tiene que ir a la otra punta del mundo –o peor, a otro mundo— a enfrentarse con la mayor amenaza vista en la historia y se va sin dudar? ¡Por favor! Yo me moriría de miedo, no sé vosotros.
Quiero ver que el personaje duda, que tiene miedo y que al final acaba aceptando su destino, así como que durante la batalle tiemble, que piense que pueda morir.
¿Un ejemplo? Este es más complicado, pero quizás El juego de Ender es el mejor exponente —sí, sé que es ciencia ficción y no fantasía, pero me viene como anillo al dedo el libro—.
Que ningún protagonista muera en las guerras
¿Cómo es posible que nunca muera ninguno de los dos o tres personajes principales? Si hay una guerra en la que la humanidad se está jugando la vida y son nuestros protagonistas los que encabezan a sus tropas, ¿cómo es posible que todos salgan vivitos y coleando?
Simplemente no me lo puedo creer y es que además me parece un error enorme. ¡Estás enseñando que en la guerra siempre se gana! Y esto es una completa mentira, porque en una batalla de estas circunstancias siempre vas a perder, pese a que el otro equipo quede sin efectivos.
Está claro que el mejor ejemplo es Canción de Hielo y Fuego o Los juegos del hambre en el que al final todos los personajes principales acaban sufriendo de alguna manera.
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Hasta aquí los peores aspectos de la literatura fantástica juvenil. ¿A ti qué te parecen? ¿Coincides? ¿Cuáles añadirías? ¡Déjamelo en los comentarios!
@CarBel1994