Hace años que quiero leer a este autor, y por a o por b, siempre terminaban colándose otros autores y otros libros. Me llamó la atención este autor con Una novela de barrio, y siempre pensé que sería la primera novela suya que leería. Conversando con Kayena de lo divino y de lo humano, como solemos hacer alguna ocasión se deslizó este titulo en la conversación, ella ya lo había leído y desplegó sus dotes persuasivas, esas que ella sabe utilizar mejor que nadie y al final de la conversación el titulo se me había metido entre ceja y ceja, de tal forma que sabía que iba a leerlo si o sí y más pronto que tarde.
Otro cantar ha sido reseñarlo, primero porque me dejó el cuerpo del revés, no me considero de estomago delicado, pero en esta novela la crueldad llega a limites insospechados, si a ello le unimos el tema que trata, podréis comprender que al terminarla tuviera el cuerpo para pocas fiestas, y recordar para reseña me apeteciera más bien poco.
Con la distancia que dan las semanas transcurridas desde su lectura, puedo asegurar que es una muy buena novela negra, lástima conocer a Méndez en su último caso, y lástima no haber disfrutado antes de la prosa aséptica del autor, esa que llama a las cosas por su nombre y no nos ahorra ningún mal trago. Ahora se que poco a poco me iré sumergiendo en su obra, iré confraternizando con el inspector Méndez, ese hombre que aplica la justicia poética más veces de las que a lo mejor debería, pero nadie conoce los bajos fondos mejor que él.
El autor:
Francisco González Ledesma nació en Barcelona en 1927, es abogado, periodista y escritor. Censurado por el franquismo no empezó a publicar hasta la llegada de la democracia.
En 1984 obtuvo el Premio Planeta con Crónica sentimental en rojo, novela que popularizó al inspector Méndez, su personaje emblema. Le siguieron entre otros, títulos como Cinco mujeres y media, Premio Dashiell Hammet de la Semana Negra de Gijón y Premio Mystere de la Critique a la mejor novela extranjera editada en Francia, las memorias Historia de mis calles o La ciudad sin tiempo, presentada bajo el seudónimo Enrique Moriel y que ocupó varias semanas los primeros puestos en las listas de ventas.
En 2010 fue distinguido con la Creu de Sant Jordi por la calidad de su obra, de proyección internacional, y en 2011 con el Premio José Luis Sampedro, entregado en el festival de novela policíaca Getafe Negro. Con el seudónimo de Silver Kane ha escrito cientos de novelas del Oeste y la novela larga la dama y el recuerdo.
Argumento:
Escueto es el que ofrece la editorial y a mi me parece muy apropiado puesto que da gusto enfrentarte a esta novela cuanto menos sepas de ella.
El brutal asesinato de dos chicas en el barrio del Raval pone en alerta al inspector Méndez, a quien no le falla el olfato para tirar del hilo y descubrir que, detrás de tal atrocidad, se oculta una sórdida organización dedicada al tráfico de bellas mujeres eslavas.
Peores maneras de morir es el retrato social de una Barcelona que está cambiando, en la que los ideales del pasado han desaparecido, y, tal vez el viejo policía lo haga con ellos.
El último caso del inspector Méndez
Impresiones:
No es una novela que comience de forma contundente, no nos noquea en la primera frase, ni siquiera parece que vaya a tener nada de especial con leer el primer capitulo. Es una novela que va de menos a más, que va aumentado de interés y de intensidad conforme avanza la trama, conforme vamos conociendo al inspector y conforme vamos tomando conciencia de lo que tenemos entre manos.
Hubo momentos en que tuve que soltar la novela, la trama me hería en lo más profundo, el titulo sin lugar a duda nos da una ligera idea de que vamos a encontrar en la historia, peores maneras de morir y aquí se nos relatan algunas. También la portada es bastante gráfica para intuir el tema estrella de esta historia, la trata de blancas.
Yo no pude leerla del tirón, por más que suscitaba en mi mucha intriga y muchas ganas de saber como continuaba, necesitaba cerrar los ojos y olvidar la barbarie de lo que estaba leyendo, intuyendo que no todo era ficción, porque la realidad de estas mujeres es muy sórdida, muy dura, y muy cruel. Es una historia que incita a reflexionar, al tiempo que nos pasea por las calles menos turísticas de Barcelona, los bajos fondos que cualquier ciudad posee y en la que siempre la policía parece tener la última palabra.
A pesar de todo tengo que reconocer que González Ledesma me ha ganado como lectora, me ha gustado su estilo y su inspector, me ha gustado la forma en que desarrolla la trama y la forma de noquearnos en ciertos tramos, no está mal tener que cerrar un libro para reflexionar sobre lo que el autor nos ha querido decir. Y sobre todo me han gustado sus personajes femeninos, la fortaleza de las mujeres protagonistas de esta novela e incluso de las secundarias. Méndez es un mujeriego, un hombre al que le gustan todas la mujeres y un fetichista de las piernas femeninas, sin embargo el respeto que siente por todas y cada una de ellas, incluso por aquellas que se dedican al oficio más viejo del mundo es casi reverente.
Lo primero que me sorprendió fue ese primer capitulo que parece desconectado del resto de la trama, no entendía que tenía que ver Lorena Suarez y el remordimiento de Méndez con la trata de blancas, terminé por olvidarlo, cuando en un momento determinado todo cobró sentido, el odio que la muchacha le profesaba, su liquidez, la escena vivida en el cementerio, recordándome que un grande de la literatura no podía haber dejado un cabo suelto así sin mas, que todo termina por encajar en el momento en que el autor decide mostrarnos el as que guarda en la manga, y en este caso creo que González Ledesma se ha guardado muchos, incluso hasta el final, un final cerrado que lleva a incertidumbre, un final que al autor le conviene y con el que puede finalmente jugar y decidir que camino toma.
El autor hace gala de una prosa sobria, sin excesos de florituras, aunque no por ello no vamos a encontrar un cierto lirismo trasnochado en la figura del Inspector, quizás este personaje sea la mejor baza de toda la novela. Esta narrada en tercera persona por un narrador omnisciente, intercala diálogos de gran dureza, en los que la rabia, y el lenguaje popular se abren paso, los personajes se expresan según la situación que vive en ese momento, los cultos con un lenguaje refinado, los menos afortunados con ese lenguaje de calle, barriobajero incluso, y los pillados infraganti con algún taco que otro, y esto da verosimilitud a lo que estamos leyendo, como si en lugar de disfrutar de un libro, fuéramos testigos directos.
En esta ocasión no voy a hacer un análisis de los personajes, porque pienso que vale la pena que los descubráis por vosotros mismos, solo voy a hablar del inspector Méndez, un personaje que me ha cautivado, un policía que conocedor de las calles en las que se mueve y del sistema judicial y policial, muchas veces hace justicia poética, un hombre que no teme a nada, porque no ve un futuro para él, un hombre fiel a si mismo y a las personas que conoce y que siempre ha protegido.
El Inspector
Me quito el sombrero ante este hombre solitario y huraño, ante este policía con mucho pasado y poco futuro en el cuerpo, un inspector al que le gustan las mujeres, capaz de reconocerlas por sus piernas, un hombre capaz de defender a las más necesitadas, a las que ejercen el oficio más viejo del mundo.
Un profesional que ha ido envejeciendo a la par que el barrio del Raval donde se mueve, que se ve inmerso en un mundo cambiante en el que los valores han dejado paso a otras cosas, pero mejor dejamos que se describa el mismo, porque en el libro nos deja muchas perlas, yo he seleccionado una de ellas, la que creo que mejor define su forma de actuar.
“Nunca he aspirado a un cargo y encima soy un policía que no cumple los reglamentos ni cree en las leyes. Si alguien ha violado a una mujer y la ha martirizado, o si alguien ha matado a un niño, yo no tengo piedad e incumplo la ley si es necesario. En los tribunales pasan tantas cosas que yo he llegado a creer en la norma de la calle, o sea, la justicia directa. No es el buen camino, desde luego, como tampoco es buen camino sentir piedad de un delincuente que empieza, mientras los grandes estafadores salen de la cárcel y encima conservan el dinero estafado. Bien… Por eso soy un policía con pasado pero sin futuro…”Seguro que el inspector Méndez se gana vuestra simpatía, pero yo también hubo momentos en que lo hubiera ahogado, sobre todo en ese que hace gala de conocer a las mujeres por sus piernas... pero todos tenemos defectos y Méndez a veces es un poco bocazas.
Me ha gustado su humanidad, la forma de intentar resolver el asunto sin que salgan perjudicados los involucrados, aunque poco faltó para que todo se le fuera de las manos, y es que hablando de organizaciones internacionales del tráfico de mujeres es muy difícil terminar con ellas, se puede meter en la cárcel a varios cabecillas pero nunca se encuentra a quien lo financia, que al final logra conseguir otros cabeza de turco, cambian las ubicaciones y siguen trayendo mujeres a España engañadas, con falsos contratos de bailarinas o modelos, para terminar esclavizadas en burdeles contra su voluntad.
Barcelona
Si hay una protagonista de excepción en esta novela es sin duda Barcelona, y dentro de esta gran ciudad el barrio del Raval por el que se mueve Méndez, que también lo conoce, que tanto lo ama.
Me ha parecido que González Ledesma ha sabido dotar a la ciudad de vida, la hemos visto envejecer, la hemos visto cambiar, la hemos visto perder valores. La hemos visto lucir hermosa de día, y oscura y tenebrosa de noche, cuando en las sombras acecha el crimen, delitos que quedan impunes.
Me ha gustado la Barcelona que retrata el autor, la que nos enseña Méndez en su deambular, en sus largas caminatas, esa Barcelona alejada de las zonas turísticas, de los focos de los extranjeros y de los intereses de los políticos. Un barrio humano de gente trabajadora y de recursos bajos.
Conclusión:
Peores maneras de morir es una novela negra, dura, durísima, cruel en ocasiones, que te sacudirá la conciencia, que te hará pasar momentos malos, a pesar de que es una novela que te atrapa y que te obliga a seguir leyendo para saber en que terminará todo.
Una historia que va de menos a más con unos personajes bien dibujados, me gustaría resaltar la fortaleza de las mujeres, el tesón de las que son obligadas a prostituirse, y como no la humanidad del inspector Méndez y su justicia directa, que a mi gusta más llamar poética.
Una novela que te paseará por la zona menos turísticas de Barcelona, por los bajos fondos, por los barrios de los desheredados, de los que menos tienen, una Barcelona oscura, en la que el crimen actúa a sus anchas, y nos daremos cuenta de que la ciudad es una protagonista más que cobra vida.
Una novela yo diría que redonda, con un final incierto que ofrece muchas posibilidades al autor, y ojalá escoja la que a todos su seguidores más le gustaría.
Retos:
25 españoles
cruce de caminos: negro y criminal
reto eternos pendientes