Pepe Mújica ha sido calificado, entre otras muchas cosas, como el presidente más pobre del mundo; viéndose esto siempre desde la perspectiva de algo positivo en contraposición a lo bien que parecen vivir, no solo los presidentes de otros países, incluido el nuestro, sino muchos y muchos políticos de dudosa utilidad. Es cierto que resulta tentador hacer la comparación y es muy fácil caer en el elogio fácil y dar por bueno todo lo que esta persona tan humilde dice o hace. ¿Pero es así?
¿Todo lo que se dice de Pepe Mújica es positivo?
No todo lo que se dice de Pepe Mújica es bueno
Uno podría decir que sí, que todo son bondades lo que se dicen de él, pero lo cierto es que hay alguna que otra crítica de las que pueden hacer meditar al lector. Antes de entrar en esos comentarios quería expresar mi modesta opinión desde la superficie sin rascar demasiado. ¿Ser el presidente más pobre del mundo es en sí misma una virtud que dé valor a sus propuestas políticas? ¿Queremos para nosotros alguien así para que nos represente? ¿No se trata solo de una pose para llamar la atención, y estaremos por lo tanto ante alguna forma de populismo encubierta de «santidad»? A mí personalmente ese modelo no me convence, aunque claro, dado el alto grado de corrupción que nos rodea, uno ya no sabe qué pensar. ¿No habrá algún punto intermedio?
De todo lo que he leído últimamente sobre este personaje, lo que más me ha llamado la atención es lo que dice Marcelo Birmajer, un conocido escritor argentino.
Marcelo Birmajer (Buenos Aires, 29 de noviembre de 1966) es un escritor y guionista de cine argentino. Su obra abarca distintos géneros como el cuento, la novela, el ensayo, el guion, entre otros. Por sus obras ha recibido premios, menciones y becas, y varios de sus libros se tradujeron al italiano, holandés, alemán y portugués.1 También colaboró en distintos medios gráficos, tanto nacionales como extranjeros. Su obra más conocida es El alma al diablo.Que sus afirmaciones sean ciertas o no es algo que no he tenido la posibilidad de contrastar. Dice, entre otras cosas:
Pepe Mújica llegó a la política empezando como guerrillero en un país, por entonces, de los más estables de América Latina. Era uno de los líderes de los Tupamaros. A Uruguay se la conocía como la Suiza de América Latina, con una democracia sólida y una convivencia afable y liberal. Y fue en ese entorno cuando los Tupamaros asesinaban a civiles y secuestraban a diplomáticos de países amigos.
Asegura que el propio Pepe Mújica asesinó por la espalda a un policía en plena democracia (1971)
Luego llegó a presidente, y lejos de arreglar el país, acabó arruinándolo.
Mujica es como esos cuadros impresionistas que nadie entiende pero todos elogian. Su bonhomía y su avanzada edad lo convierten en el jubilado bueno; pero ese es un rol interesante para dar de comer a las palomas, no para presidir un país.¿Queremos un presidente así para nosotros?
Ramón Cerdá