Revista Arquitectura
Un muro de una medianera, como tantos otros, como en tantas ciudades... Grande, enorme, comparado con una persona... Pero esta vez se le ha dado una conexión con el ciudadano, se ha puesto "algo", no es una actividad, no hay espacio para sentarse y esperar, no es tan interesante como para pararse a mirar, ni tan bonito como para que merezca ser publicado...
Pero con estos maceteros y plantas se ha conseguido una transformación de un espacio de la ciudad digna de ser comentada, por lo evidente y por lo extraño. Por lo evidente que supone esta actuación y lo fácilmente comprensible para todo el mundo. Por lo extraño que es que alguien se preocupe de una medianera [de hecho por una placa casi imperceptible suponemos que lo ha puesto Grosvenor y no el gobierno]. Conseguir que un muro frío sin actividad en su planta baja y que aleja al ciudadano con cero amabilidad, se transforme en un pequeñísimo jardín a la altura de las personas convirtiéndose en un espacio agradable por el que pasar por delante es una de esas pequeñas cosas [pequeña escala] que hacen que las ciudades sean más agradables para vivir.