Cuando eres paisajista, es inevitable que lo primero que hagas al entrar en casa de un amigo o conocido, es mirar (y juzgar) el jardín, o la terraza. Si tienen o no el paisajismo bien hecho, si está bien cuidado, si el espacio es harmonioso.
En este caso que os voy a contar ha sido la terraza.
Tengo a este gran amigo desde que llegué a España y antes mismo de que él lo supiera, yo ya había decidido que cambiaría la decoración de su terraza.
Tantas reuniones en su piso, caipirinhas en la terraza y nunca terminaba de encajarme como alguien como H, podría tener la terraza tan en desacuerdo con su magnifico piso. Un piso ordenado, muy bien decorado y donde se ha aprovechado al máximo cada espacio.
Yo creo que lo que le pasaba es lo que suele pasar a mucha gente.
Primero: desconocen el potencial paisajístico que tienen sus espacios exteriores.
Segundo: no saben exactamente qué es el dichoso paisajismo.
Tercero: creen que lo que tienen les basta y con eso son felices.
Lo que pasa es que H es una persona con mucha suerte, porque tiene una amiga cabezota como yo, y que ha estado un buen par de años dándole la lata para que me dejara hacerle un proyecto. Que me dejara meterle mano a su terracita.
Y no es que hiciera falta sentarme a inspirarme para diseñar algo para esta terraza. Tenia clarisimo el proyecto y como la quería dejar.
Yo conocía muy bien a su dueño, y había estado muchas veces allí, intentando sacarle uso al espacio. Y la verdad es que esta terraza era incomoda. Tenia una mesa muy bonita de cristal y acero inoxidable, pero que ocupaba un espacio considerable. Y también un armario al cual mi amigo tenia mucho cariño ya que lo había construido con su padre.
Pero yo lo que quería era deshacerme de todo lo que tenia y re-ordenar el espacio. Hacerle funcional, bonito y que hiciera que mi amigo que siempre ha sido un gran anfitrión, tuviera un espacio extra donde recibir a tantos amigos.
Un día decidí explicarle todo lo que podíamos hacer en su terraza, y le encantaron las ideas. Pero no quería quedarse sin la mesa y temía que ya no hubiera sitio para guardar los trastos que tenia en el armario. A parte, el armario también ayudaba a tapar a la terraza del vecino. De hecho solo ha cedido en quitar la mesa cuando vio la terraza transformada.
Así que mi determinación y cabezoneria al final pudieron con mi amigo y le convencí de que no se preocupara, que le solucionaría todos los problemas y que a parte le dejaría el espacio irreconocible. Llaves en mano, nos pusimos a transformar el espacio.
Haciendo uso de un buen paisajismo y de técnicas para hacer que el espacio pareciera mas grande, hemos creado un banco que también es un baúl para almacenar los trastos. Utilizando madera y aprovechando cada centímetro el banco / baul está acompañado por dos jardineras con Acers que ofrecen un cambio de color (valor añadido) en otoño.
Me sobraba una pared desnuda y yo quería que mi amigo tuviera algo de ruido de agua para relajarse cuando estuviera solo en la terraza. Así que unir un jardín vertical con una fuente no fue una decisión difícil de tomar. El sistema del jardín vertical me permitía ocultar el sistema de la fuente y la unión de los elementos quedaba perfecta.
Una celosía de madera reciclada, conjuntamente con un Acer un poco mas alto, se encargan de la privacidad de la terraza.
Una barra de madera maciza de Ipe, con taburetes hechos a medida con los sobrantes de la barra, cumplen la función de mesa para desayunos y sitio donde apoyar las copas durante las reuniones con amigos.
El césped artificial hace la vez de alfombra y termina de complementar el ambiente.
Un espacio aprovechado al milímetro, donde antes mal cabíamos 3 personas, ahora el espacio puede recibir hasta 10 personas confortablemente.
Las reuniones son mas placenteras, la terraza ahora se considera parte fundamental de la vivienda y las cortinas que antes siempre estaban cerradas, ahora sirven de marco para un paisaje totalmente distinto.
Una amiga cabezota, pero paisajista por vocación. Y te cambio la terraza, el jardín y la forma de disfrutar de tu tiempo libre.