Aún a riesgo de que parezca que mi actividad profesional es la jardinería, voy a intentar cuantificar la palabrería con la que se nos ha explicado en los últimos tiempos, mejor dicho, con la que nos ha intentado explicar, el cómo y el cuánto de la reforma impositiva.
Vaya por delante que no me creo que sea tan ignorante como nos hace ver. Al menos no tanto como lo que la literalidad de sus explicaciones desprende. Me refiero al de la Zeja. Tampoco tengo claro si algún empresario le contrataría para su firma, pero sí tengo una descorazonada, que las perspectivas económicas de España son aterradoras. También tengo una certeza, que Zapatero nos está conduciendo directamente a la ruina, y lo malo es que no contamos con demasiadas armas para contrarrestarle.
Y vaya por detrás que no pienso citar que una vez más se han roto todos los cimientos que inspiran nuestro ordenamiento fiscal, aquellos que cuando yo estudiaba versaban sobre los inmaculados principios de la capacidad contributiva, la igualdad, la progresividad y la no confiscatoriedad. En realidad los principios le importan a poca gente. Ni siquiera a los payos. Y sin principios se suele acabar mal.
Ahora al tajo de jardinero. Por no cansarles: la supresión de la deducción de los 400 euros del IRPF, el aumento del IVA y la subida en la fiscalidad del ahorro, les va a costar -de media- a cada uno de los 17 millones de hogares españoles más de 700 euros al año. Lo malo es que las medias son tremendamente injustas. Aquel viejo chiste en el que uno se come un bocata y el amigo ninguno, y la media le dice al hambriento que se ha comido medio bocata, es muy ilustrativo.
Pero si usted es de los que le gusta conocer la realidad, por amarga que ésta sea, le daré una regla para que calcule de forma aproximada cual será el importe de su factura solidaria fiscal. Súmele a los 400 euros, si es de los que tenía el derecho a deducírselos, el resultado de aplicar un 1% a su nómina neta anual (que será el sobreIVA que le corresponda soportar). Si el resultado le parece poco, mucho o sencillamente no se lo cree, es debate para otros blogs.
Y que no le confundan. El IVA se ha subido 1 y 2 puntos porcentuales, lo que significa un incremento del 14,2% para el tipo normal (el de la vivienda, el transporte o la hostelería) y un 12,5% para el tipo general (el de la luz o el teléfono). Es lo mismo, pero se entiende mejor.
Y sólo una rebeldía conceptual más. El IVA, como cualquier impuesto indirecto, es regresivo, es decir, le cuesta más a quien menos gana; es decir otra vez, cuanto menor es la renta, mayor es el porcentaje de impuestos que se pagan. Y no vuelvo a decir ‘es decir’ por tercera vez porque me cansa, pero los ricos pobres y los pobres pobres lo entienden mejor que nadie.
¡Vaya! Con lo bien que llevaba yo este artículo. Y ahora resulta que ya nadie habla de subida de impuestos. Ahora se llama esfuerzo solidario. Insignificante y banal. No importa que nos dejen tuertos de un ojo y ciegos del otro. Lo importante es la retórica. Pero es que yo no pago los impuestos ni por solidaridad ni porque suenen a música celestial. Los pago por obligación.