Una vez más nos ponemos a hacer excesos. Surgen del mismo centro del alma, y por arte de magia, nos salen estas cosas.
No sé muy bien qué tendremos ahí dentro, pero lo que surge son estos mundos paralelos, y casi mágicos, en los que nos recreamos hasta el exceso.
Todo vale, cualquier objeto que cae en nuestras manos pasa a formar parte de ese mundo aparte, casi onírico, en el que se nos pasan las horas sin enterarnos, creando piezas que incluso cuentan historias, como la de este collar que es un pequeño y único planeta, tan contundente y tan sutil al mismo tiempo, que cuenta la historia de una ranita dorada que vive feliz en su charca, rodeada de agua cristalina y vegetación, y que es pura joya.