Siempre había oído decir que los peques hacen lo que ven en sus padres. Ahora que soy mami puedo AFIRMAR ROTUNDAMENTE que tenían razón, son los mejores imitadores del mundo. Se pasan dos años observando y observando para después, a los tres años, escupir todo lo que han ido viendo y guardando en su pequeña, pero bulliciosa cabecita.
Te pasas los dos primeros años actuando delante del peque como lo habías hecho todo la vida. Gritando “ostia” cuando te pegas un golpetazo en la rodilla con la esquina de la cama. Tirándote pedos de la forma más natural por los pasillos de casa. No comiéndote el culo del plátano (odio el culo del punto negro). Pegando más de un grito cuando el peque te saca de tus casillas (¿quién no ha perdido la compostura en un momento u otro?). Pegando un portazo después de un cabreo. O subiendo los pies con los zapatos encima del puff del sofá. Nada que en principio pienses que en el futuro podría convertirse en una arma de destrucción masiva. Y…claaaaaro…después al tercer año…
- “¡OSTIA mamá! ¡OSTIA, ya está bien!”.
- “No quiero ésto del plátano”
- “Mira abuelo, mira…prfff prfff”. Y lo peor cuando le cuenta a su señorita: “mamá también se tira pedos”.
Entonces no tardas mucho en darte cuenta que simplemente está haciendo lo que ha visto que tú has estado haciendo durante todo este tiempo. Como os he dicho ya sabía que los peques lo copian todo, pero no pensaba que fuera tan exagerado! Siempre he intentado ser (o parecer) una mami mega-educada y ejemplar delante de él, pero…siempre una saca su lado oscuro en un momento u otro y en ese preciso instante ahí lo tienes, pasmado delante de tus morros con las parabólicas conectadas para no quedarse con lo bueno sinó con lo malo.¿ A caso tienen un detector de lo que NO se debe hacer? ¡porque parece que sólo se fijan en lo prohibido y en lo que está mal hacer! ¡no se fijará en que al acabar de hacer algo siempre recojo o en que yo no engancho pegatinas por las paredes! NO! su máxima atención la dedican a lado oscuro.
Dejando de banda el lado oscuro, al final llegas a la conclusión que la mejor manera de re-educarlo y quitarle esos malos hábitos es re-educándote a ti misma. Y en este proceso estoy immersa ahora mismo. Antes de pegar un grito respiro veinte veces. Como más fruta que nunca, incluso el culo del punto negro del plátano (bueeeeno, vale, me habéis pillado, hago que me lo como pero lo tiro a la basura). Miro mucho el no decir palabrotas buscando substitutos como jopainas, jope, ostras… Y para esta re-educación tengo la grandiosa ayuda de…sí…de él…de mi peque. Ahora se pasa todo el día recriminándome cosas. “Mamá OSTIA no se dice”. “Mamá, pies fofá no!” Lo qué hay que aguantar! a ver si al final no voy a poder ni tirarme un pedo tranquila en casa…
Nuestros hijos, nuestros mejores profesores. Al final, ¿quién enseña a quién?