- ¿Cuándo llegaremos, padre? - preguntó.
- Estamos muy cerca -respondió Zordin- ¿Ves aquella estrella de magnitud G-1? (Zordin amplió la capacidad telescópica de la pantalla) Es el Sol. Su tercer planeta, la tierra, es donde nos dirigimos.
La nave se posó silenciosa en medio de las ruinas de una antigua ciudad. Padre e hijo se colocaron sus escafandras y bajaron de la nave. Hicieron descender también un pequeño todoterreno para moverse entre los escombros.
- ¿Crees que encontraremos alguno? -Preguntó Tord.
- Eso espero, hijo mío. - Contestó su padre.
Hacía pocos años que se estaba redescubriendo la vieja cultura humana. La civilización humanística se había sorprendido enormemente cuando un explorador encontró entre las ruinas de este viejo planeta un libro pre-neohistórico de una belleza inigualable. Su título era Hamlet y había sido escrito en el s. XVI DC dela edad histórica Terrestre por un hombre llamado W. Shakesperare. Desde aquel gía muchos habían explorado las destruídas ciudades terrestres buscano joyas semejantes, pero el papel que no ardió en las explisones que las devastaron se había podrido y con él se perdieron años y años de genialidad poética.
Zordin conectó el detector de celulosa. este bitzeó un instante indicando una casa en ruinas. Padre e hijo se abalanzaron sobre los escombros y los apartaron con cuidado: allí, entre el serrín de las tablas podridas, envuelto amorosamente en unas bolsas de plástico; estaba el precioso libro. Casi se despedaza al recogerlo. Con sumo cuidado lo transportaron hasta la nave. Lo primero que hizo Zordin fue escanear su contenido y después introdujo el ejemplar, ya deshojado, en un congelador especial antientrópico. Después, emocionados, se sentaron ante la pantalla y temblaron de moción cuando el programa de traducción empezó a enviar a la pantalla el largo y misterioso título:
"El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha" escrito por Miguel de Cervantes Sahavedra...