Una tarde mientras Gil está comiendose un bocadillo de jamón, aparece en la ventana de su habitación un ejemplar único de mukusuluba. A partir de ese momento, su vida cambia. Por un lado, ya no se siente solo, porque va a tener un amigo que le escucha y le comprende. Pero por otro lado, le surgen muchos problemas para alimentar al mukusuluba: éste sólo come papel y madera. Su apetito es insaciable, lo que le obliga a meterse en muchos líos. Cuando ya no puede guardar el secreto, presenta al mukusuluba a sus padres y hermanos. Su presencia va a trastocar su vida y la de todos los miembros de su familia.
Mi valoración personal:
A quien me encuentre: soy un ejemplar único de mukusuluba.
Cuando se quiere regresar a la infancia, se necesita evocar todo aquello que nos recuerdea esa preciosa época de nuestra vida. Leer cuentos de vez en cuendo es una buena manera de hacerlo, y en concreto los de El Barco de Vapor constituyen una vía de escape. Lo clásico nunca muere y disfrutar de un cuento en la edad adulta no sé, se concibe de otra manera dada la madurez adquirida y la experiencia de años. ¿Qué niñ@ no ha tenido en sus manos algún ejemplar de esta colección o pedido a sus padres y/o abuelos que les comprara uno por su cumpleaños? El ritual es casi tan antiguo como el papel mismo.
Con El Barco de Vapor un@ puede experimentar infinidad de cosas: vivir aventuras con el pirata Garrapata; viajar a un planeta cúbico, o a las estrellas a lomos de un caballo; tener el arco iris en tu jersey favorito... infinidad de fantasías. Que un día aparezca en el alféizar de tu ventana un ser extraño y singular como un mukusuluba no entra en los planes de ningún niño. Pero de seguro este hará lo que todo niño hace: adoptarlo como mascota. En Apareció en mi Ventana encontraremos a este ser fantástico (el autor no lo describe en el libro ni hay siquiera ilustraciones de él, simplemente deja en claro que es un ser fantástico), amable, dócil y muy glotón, y veremos que no tiene por qué precisamente unir a una familia y devolver los vínculos perdidos. Porque cuando un nuevo miembro entra en el seno familiar (piénsese en un perro o gato por ejemplo, no es un ser fantástico pero..., o un bebé inclusive), todos nos encariñamos con él, cierto, pero lejos de crear lazos o nexos de unión, nos distancia. Y esta es la moraleja que puede extraerse de esta novelita, indispensable para los peques.
Había decidido empachar como fuese al mukusuluba. Si tanta hambre tenía, se iba a enterar: le iba a proporcionar papel hasta que le saliese por las orejas.
Alfredo Gómez Cerdá ganó el Premio Barco de Vapor por este libro en 1989, hace ya unos cuantos años, y en verdad escribe con suma naturalidad, con pluma ágil y con mucho tino en la elección de las palabras. En poco más de 100 páginas nos hace disfrutar de una peculiar historia de fantasía que estoy segura todo niño querría experimentar. Se quedará sin papel en casa, pero no todos pueden decir que tuvieron a un mukusuluba habitando en su armario ropero.
Una lectura muy recomendada para la edad escolar. Si aparece en tu ventana, no la dejes escapar.
EN RESUMIDAS CUENTAS:
Puntuación: 8/10 (Excelente)
Bibliofiliómetro:
Filóloga Bibliófila