Rodríguez Zapatero
Ayer tuve la oportunidad de ver y escuchar a Zapatero en un amplio resumen que Televisón Española emitió en sus programas informativos, recogiendo las palabras, “perlas” las llamaría yo, que el presidente del Gobierno había pronunciado, horas antes, en una larga entrevista concedida a Radio Nacional. Si Zapatero pretendió, en algún momento, recuperar la credibilidad perdida con estas declaraciones, sólo cabe concluir que “el tiro le salió por la culata“. Sus manifestaciones me resultaron tan falsas como su sonrisa forzada; sus gestos intentaban transmitir aplomo y seguridad, pero sólo enviaban señales de debilidad. Es lo que ocurre cuando alguien miente y sabe que no tiene argumentos para convencer, ni tan siquiera a sus fieles.
El Gobierno quiere pasar a la ofensiva y ha puesto en marcha una gran campaña mediática para justificar el carácter socialmente regresivo de unos Presupuestos Generales, que son propios de la derecha más reaccionaria. Sostienen desde el el Ejecutivo que las cuentas del Estado son de “izquierda“, y aún no entiendo como no se les cae la cara de vergüenza. Supongo que ensayarán en el espejo antes de sentarse ante los medios de comunicación; me cuesta creer que tanta hipocresía y cinismo puedan ser naturales. Zapatero está haciendo el papel de su vida, pero es tan mal actor como político. Sus loas a la reforma laboral como la única alternativa válida para crear empleo suenan tan poco convincentes, que dan ganas de reír si la situación no fuera para llorar.
El presidente del Gobierno perdió primero el talante, después negó la crisis cuando sabía que estaba acechando en las esquinas, más tarde dejó en el olvido sus promesas y ahora se ha quedado sin dignidad, ni principios. Sus compañeros de viaje, el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea, le utilizan como una marioneta y él, por vanidad, ha caído en la trampa. Piensa que le han admitido en el círculo exclusivo del poder y el dinero, sin darse cuenta que es un peón, del que no recordarán ni el nombre cuando la sociedad le de la espalda como él nos la ha dado a nosotras y a nosotros. Dijo ayer Zapatero en Radio Nacional que no puede comprender ”que alguien sea partidario de dejar el marco laboral como estaba“.
La memoria del presidente es tan débil que no recuerda que fue el mismo quien , en su día, aseguró que “abaratar el despido no es el camino para crear empleo” y añadió que esta iniciatva “sólo provocaría más desigualdades“. Todo un ejemplo de coherencia. Es obvio que Zapatero nunca ha sabido nada de economía, pero podía haber aprendido rebuscando en el ideario socialista en lugar de hacerlo en el capitalista. En el año 2010, salvo lo ricos, todos hemos sido un poco más pobres que en el 2009 y con estos presupuestos lo seremos aún más en el 2011. Nos quieren hacer creer que no hay alternativa, pero, una vez más, nos mienten. ¿Por qué no meten mano a la economía sumergida, la evasión fiscal o la política impositiva?
En ocasiones, y ayer fue una de ellas, me pregunto cómo el presidente del Gobierno puede declarar que su responsabilidad consiste “en garantizar la cohesión social y hacer reformas para que la economía sea tan pujante como puede serlo“. ¿Es sólo cuestión de cara dura? No lo sé, pero me indigna y como a mí a millones de personas, que estamos pagando las consecuencias de todo este engaño. Zapatero retomó ayer, ante los micrófonos de Radio Nacional, la amenaza de imponer la jubilación a los 67 años de edad; sin que le temblara la voz por mentir, precisó que es una “buena fórmula“. Claro que no explicó para quién. Para terminar, agradeció la complicidad del PNV con su Gobierno. Yo, en el caso de la formación nacionalista, me tentaría la ropa. Hay abrazos que hacen daño.
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