Revista Cultura y Ocio

Pérdida de la biodiversidad sin precedentes

Publicado el 10 noviembre 2022 por Frank Paya @payafrank
Pérdida de la biodiversidad sin precedentes

No es tan popular como el oso polar ni las ballenas o el yaguareté, pero la rata vizcacha de Los Chalchaleros merece también su lugar en el planeta Tierra. Solo habita en la provincia argentina de La Rioja y está en peligro crítico. La planta parecida a una margarita, como la Senecio leucopeplus, que se ha observado solo en la provincia de Buenos Aires, está extinta en la vida silvestre. Hay una crisis por la pérdida de la biodiversidad sin precedentes y el cambio climático es solo uno de los cinco impulsores provocados por los seres humanos. Un equipo de ecólogos, integrado por los científicos argentinos Pedro Jaureguiberry y Sandra Díaz, del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal, dependiente del Conicet y la Universidad Nacional de Córdoba, junto con colegas de Bélgica, Japón, Reino Unido, Estados Unidos, Luxemburgo, Alemania, Hungría e Italia, publicó las pruebas más sólidas sobre cuáles son los factores que impulsan esa pérdida de la biodiversidad y cuál es el peso que tienen en cada región del mundo. El trabajo se publicó hoy en la prestigiosa revista Science Advances de la Asociación Estadounidense para el Avance de las Ciencias. “El cambio climático es uno de los impulsores de la pérdida de la biodiversidad en el planeta. Pero no es el único. Otros impulsores causan un impacto similar o mayor. Esto sugiere que debemos abordar el problema de la pérdida de la biodiversidad de manera holística. Es decir, se deberían buscar soluciones para el cambio climático junto con los otros factores que también impactan”, dijo a Infobae el doctor en biología Jaureguiberry. El planeta es un todo y sus habitantes -desde la rata de Los Chalchaleros, la planta Senecio leucopeplus y los seres humanos- se encuentran interconectados. Además del cambio climático (por la emisión de gases contaminantes principalmente), los otros cuatro impulsores de la pérdida de la biodiversidad son los cambios en el uso del suelo y de los océanos, la explotación directa de los recursos naturales, la contaminación (incluyendo los plásticos que llegan al mar), y las invasiones por especies introducidas. “Los cambios en el uso de la tierra se han dado principalmente por la expansión de zonas agropecuarias sobre áreas silvestres, el crecimiento de las ciudades y la forestación”, explicó el científico. “También hubo modificaciones en las zonas costeras en diversas zonas del mundo. Por ejemplo, se crean granjas marinas, que tienen un impacto sobre el ecosistema”, agregó. Más de un tercio de la superficie terrestre del mundo y casi el 75% de los recursos de agua dulce se dedican actualmente a la producción agrícola o ganadera. Además, la pesca, la deforestación, la extracción de minerales y agua, la caza de animales, también se consideran como explotación directa de los recursos naturales, comentó. Los investigadores hicieron un análisis de 163 estudios publicados desde 2005 y señalaron que el cambio en el uso de la tierra y el mar fue el principal impulsor (por las actividades humanas) de la pérdida de biodiversidad mundial. La explotación directa de los recursos naturales es el segundo factor dominante en la tierra, pero el más importante en los océanos, principalmente por la pesca a gran escala. ¿Por qué importan los resultados del trabajo publicado en Science Advances? El profesor Andy Purvis, el coordinador del trabajo y científico del Museo de Historia Natural del Reino Unido explicó: “El cambio climático y la pérdida de biodiversidad se han abordado en gran medida por separado, mediante diferentes políticas que no siempre han considerado el otro problema” Por ejemplo, mencionó que los biocombustibles se proponen como una forma de llegar a cero emisiones de carbono, pero la expansión de las plantaciones sobre los bosques naturales que podrían resultar sería terrible para la naturaleza”. Precisamente esta semana se está llevando a cabo la 27° Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 27) en Sharm el-Sheij, Egipto, sobre las negociaciones con respecto a solo uno de los 5 impulsores de la pérdida de la biodiversidad. Otro de los coautores del estudio, el científico belga Nicolas Titeux, dijo a través de un comunicado que “los acuerdos globales actuales, como el Convenio sobre la Diversidad Biológica y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, pueden centrarse demasiado en un solo factor, pasando por alto o, en el peor de los casos, socavando las soluciones para los demás”. El documento destacó las soluciones “positivas para la naturaleza” que abordan tanto el cambio climático como la pérdida de biodiversidad, como la restauración a gran escala de los bosques naturales y la protección eficaz de los humedales costeros. En países como la Argentina aún está pendiente una ley nacional para proteger a los humedales. Los científicos promueven la idea de “naturaleza positiva”. El doctor Purvis comentó que le encantaría que “naturaleza positiva” entrara en la conciencia de la gente tanto como lo ha hecho hoy el concepto “cero emisiones” que está más asociado al cambio climático. “Si las generaciones futuras van a tener el mismo derecho de nacimiento que nosotros tuvimos de un planeta habitable y solidario, entonces todas las partes de la sociedad tendrán que hacer la transición lo más rápido posible para ser tanto cero emisiones como naturaleza positiva”, afirmó. Los resultados presentados por los científicos se organizaron por grandes regiones geográficas; ámbitos terrestres, de agua dulce u oceánicos; y varios aspectos generales de la biodiversidad, como la composición genética, las poblaciones de especies y la composición de las comunidades. El cambio de uso de la tierra se clasificó como el primer factor de pérdida de biodiversidad en los sistemas terrestres y de agua dulce, seguido de la explotación directa en la tierra y de la contaminación en el agua dulce. La explotación directa fue el principal impulsor en los ecosistemas marinos, seguido del cambio climático. Los investigadores descubrieron que el impacto de estos factores varía entre los distintos aspectos de la biodiversidad estudiados. Por ejemplo, el cambio climático fue el principal impulsor de los cambios en la composición de las comunidades, pero ocupó el último lugar entre los impulsores de los cambios en la población de especies. “La lucha contra el cambio climático por sí sola no bastará para evitar -o incluso frenar- la pérdida de biodiversidad, a menos que los cambios perjudiciales en el uso de la tierra y el mar y la explotación directa se aborden también con la misma ambición y determinación”, escribieron los autores. “Me parece importante el trabajo publicado por el equipo internacional de científicos”, sostuvo Claudio Bertonatti, naturalista, investigador del Centro de Ciencias Naturales, Ambientales y Antropológicas de la Universidad Maimónides y asesor científico de la Fundación Azara. “Los científicos afirman con pruebas que la restauración a gran escala de los bosques nativos y la protección efectiva de los humedales costeros no solo ayudará a mitigar los impactos del cambio climático sino que también pueden dar directamente beneficios para la biodiversidad y a las personas. Este punto se debería tener en cuenta para que se sancione la Ley de humedales en la Argentina”, agregó. Hay una campaña mundial para que se firme un acuerdo mundial para proteger el 30% de los ecosistemas terrestres y marinos al 2030. Se la conoce como 30x30. “Más de 100 países se han manifestado a favor, pero la Argentina todavía no se ha pronunciado, aunque 250 científicos de nuestro país están de acuerdo”, señaló Bertonatti en diálogo con Infobae. “Aún logrando el acuerdo, hay que tener en cuenta que el 70% de la superficie terrestre no estará incluida en alguna categoría de áreas naturales protegidas. Es razonable pensar, entonces, que la conservación de la biodiversidad se decidirá también en cómo se usará el 70% restante. Es ahí donde es importante tanto rehabilitar o restaurar las áreas silvestres degradadas como administrar otras zonas con buenas prácticas ambientales”, expresó. La producción agrícola “tiene muchas tareas por delante, de carácter casi revolucionario. Hay espacio para la esperanza -dijo Bertonatti-. Así como se fue imponiendo la siembra directa en un contexto donde se castigaba a los suelos, hoy debemos aspirar a alternar franjas de cultivos con otras de ambientes silvestres, seleccionando mejor y reduciendo el uso de agroquímicos más amigables con el ambiente y mejorando las técnicas de aplicación, que en la Argentina dejan mucho que desear”.


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