Revista Cultura y Ocio
He terminado Lo que encontré debajo del sofá, y os adelanto que me ha gustado muchisimoooo, incluso más que su opera prima, creo que Eloy ha estado más que sembrado con esta novela que no deja indiferente y creo que toca la fibra sensible por lo cercana y aprehensible que es.
Pero no os cuento nada más, porque espero escribir la reseña en breve, aunque os confieso que me esta costando horrores poner por escrito mis impresiones últimamente, he empezado un par pero no veo la forma de hacer de ellas algo atractivo, y no porque no me hayan gustado los libros, si no porque me siento bloqueada, tampoco es el síndrome de la página en blanco pero me cuesta hilar dos frases seguidas, así que espero que Lo que encontré debajo del sofá me desatasque un poco porque si no mal vamos, la pila de libros por reseñar amenaza con desplomarse y me mira muy mal...
Os presento uno de los libros que llevo entre manos, es bastante gordito así que me acompañará durante algunas semanas, y es que parece que voy perdiendo el miedo a adentrarme en tochos, eso o he perdido la vergüenza, que todo puede ser. Pero desde este verano que le tengo ganas al libro que me ocupa y salvo fidelidad se lo he prometido todo. Y es que por su envergadura no puedo prometer serle fiel, no quiero que mi cuello se resienta, ni que mis bíceps se desarrollen más de la cuenta, por lo que pasará a ser mi lectura de sofá, un libro para disfrutar en casa, y la verdad es que de momento está haciendo mis delicias.
No os entretengo más y os cuento de que novela se trata
Titulo: Dispara, yo ya estoy muerto
Autor@: Julia Navarro
Editorial: Plaza & Janés
Nº Páginas: 905
Así comienza...
"Hay momentos en la vida en los que la única manera de salvarse a uno mismo es muriendo o matando" Aquella frase de Mohamed Ziad la había atormentado desde el mismo instante en que la había escuchado de los labios de su hijo Wädi Ziad. No podía dejar de pensar en aquellas palabras mientras conducía bajo un sol implacable que doraba las piedras del camino. El mismo color dorado de las casas que se apiñaban en la nueva zona de la ciudad de Jerusalén construidas con esas piedras engañosamente suaves, pero duras como las rocas de las canteras de donde habían sido arrancadas.
La frase que da inicio a esta novela no puede ser más contundente, y la historia comienza con fuerza, llevo leídas unas 157 páginas y la trama ya me ha ganado para su causa, me queda mucho camino por recorrer y espero que la autora sepa mantenerme pegada a sus páginas.