David Fincher rueda el colapso de una pareja y su alianza conyugal como si se tratase del derrumbe de las torres gemelas del World Trade Center. Alucinante, hipnótico y pérfidamente inteligente. 149 minutos de humor negro, sátira social y la flipante destrucción de unos de los pilares de la sociedad occidental contemporánea, el matrimonio (tema actual en las pantallas, Relatos Salvajes, de Damián Szifrón o El amor es extraño, de Ira Sachs).Si añadimos al universo particular de uno de los mejores cineastas actuales, David Fincher, la delirante imaginación de una virtuosa de la novela negra, Gillian Flynn, el resultado es un cóctel explosivo que debe manipularse con mucha precaución. La novelista ha tenido la brillante idea de cambiar el final, ya conocido por millones de espectadores, para añadir más de mala leche, corrosivo humor y agría bilis. Vamos a cavar todos enganchados a ella porque su primera novela, Dark places, también está en fase de preparación y, además, con Charlize Theron y Chloë Grace Moretz. Perdida se divide en tres partes: un planteamiento en que el protagonista, Ben Affleck, que se prepara para celebrar el quinto aniversario de su matrimonio, descubre que su mujer ha desaparecido. Una segunda parte que, como en todo buen thriller, cambia radicalmente nuestra percepción de la historia. Y un final apoteósico que provocará una radical disminución de bodas el próximo verano.Es impresionante la claridad, la contundencia y lógica de la filmografía del director. Desde los pecados capitales de Se7en (1995) y Zodiac (2007), la avaricia de The Game (1997), la autodestrucción de El club de la lucha (1999), el retorno a la infancia de El curioso caso de Benjamin Button (2008) o el afán de popularidad de La red social (2010), el cineasta ha mostrado un hombre sobrepasado por los acontecimientos, perdido en una sociedad que no comprende, reducido al estado animal por sus obsesiones y defectos y en detrimento de una testosterona cada vez menos “masculina”.Y frente a este abanico de hombres apuestos y viriles, solamente en apariencia, una galería de mujeres de armas tomar: Sigourney Weaver de Alien 3 (1992), Jodie Foster de La habitación del pánico (2002), Rooney Mara de Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres (2011) o, la última en acceder al trono, Rosamund Pike en amante esposa de los medios de comunicación, más que de su marido, de Perdida. Verdaderas detentoras del poder, la fuerza, la perseverancia y con las ideas bien claras y las intenciones bien puestas.Me imagino a Mr. Belvedere preguntándose si, al final, no será el mismísimo director, el hombre que no amaba a las mujeres, si las tiene miedo (quizás, porque las ama demasiado), o si flota en el ambiente un aroma de misoginia. Lo que no se puede negar es que David Fincher, cine de autor que ha conquistado al gran público, ama sin límites el cine. Peliculón.