Ha comenzado el 'baile', preparémonos para intentar no perder el paso para no pisar a nadie y sobre todo para nos darnos un traspiés que nos vuelva a dar de bruces con una realidad de continuas quejas.
Sabemos que cuatro años son relativamente pocos, pero cuando nos quitan lo que se ha conseguido a lo largo de muchos años, entonces el 'baile' se convierte en maldito baile.
Empezamos con un: 'esto es una barbaridad' y terminamos con maldecir la última Ley que nos deja sin voz.
Comienza un baile de propuestas, fundamentalmente dirigidas para la esperanza de unos posibles votantes, que en general -muchos de ellos- están desencantados de la política en general y en determinados políticos en particular.
Me viene a la memoria aquellas palabras sabias de José Luis Sampedro en sus últimos años de su vida en la que decía que estábamos inmersos en un cambio, pero que no sabíamos hacia donde nos llevaba el mismo.
Ahora, a esta sensación la denomino, sencillamente que estamos perdidos.Las formaciones políticas que se presentarán a las elecciones generales del 20-D, trazarán en primer lugar las líneas maestras en sus programas y más tarde intentarán convencer a los posibles electores de que les voten para -todos o casi todos lo dirán- cambiar y algunos consolidar lo ya hecho.
Obvio es que lo obvio -recordando alguna frase del actual presidente del Gobierno de España cuando dijo: mire usted: un plato es un plato y una taza es una taza.
Pero dejemos esas cosas sin importancia y vayamos al meollo de la cuestión, para no encontrarnos perdidos, ante la posibilidad de poder cambiar el rumbo de la gobernabilidad, para con imaginación y pragmatismo, podamos -como he dicho más arriba- poder cambiar el curso de nuestra historia más reciente y al fin salir de este pozo, en donde la corrupción ha hecho su presencia diaria y ya apenas nos indigna.
Espero y deseo que cuando llegue el momento -quedan apenas poco menos de 65 días- no nos encontremos perdidos.