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PERDIDOS EN EL DESIERTO | Yusef y la cámara maravillosa

Publicado el 24 enero 2010 por Jaime

PERDIDOS EN EL DESIERTO | Yusef y la cámara maravillosa

Hace menos tiempo del que parece, seis jóvenes decidieron realizar un insólito viaje que les llevó a descubrir el Marruecos más oculto, aquel en el que viven sus verdaderos habitantes y en el que el timo de extranjeros está a la orden del día.

Después de recorrer cientos de kilómetros para ver toneladas de arena y de hacer un accidentado viaje en camello (RIP Morti) llegaron a una jaima hecha de mantas rudimentariamente cosidas que estaba instalada entre las dunas más altas de la zona. Allí pasaron la noche, una de esas que nunca se olvidan, cantaron y bailaron en torno a una hoguera y la bamba resonó en aquel recóndito lugar del mundo; disfrutaron de la mayor acumulación de estrellas por centímetro cuadrado que haya podido ver el hombre y de la luna más grande que jamás verán. Su guía Yusef, al que podríamos elevar a la categoría de líder espiritual para uno y de celebrity de Interviu para otra, preparó una suculenta cena. Finalmente, y cansados después de un día agotador, los jóvenes se fueron a dormir pasando una de las noches -cómo no- más frías que han pasado.

A la mañana siguiente los intrépidos exploradores madrugaron más que el Sol para acudir a su encuentro. Claro que no sabían que escalar una duna fuese un suplicio tan encantador a tan primera hora de la mañana. Aun así, llegaron a tiempo a la cita y se encontraron con el Astro Rey en toda su magnitud iluminando el horizonte.

Ya en el viaje de vuelta, esta vez con camellos completamente sanos, los seis jóvenes cantaban canciones sobre la vida bereber que, de hermosas, parecía que se habían inventado la noche anterior. En esas estaban cuando a uno de ellos se le resbaló su cámara de las alforjas, un regalo recién hecho por un jeque afincado en España y su princesa. No fue hasta que volvió a necesitar el magnífico ingenio cuando calló en la cuenta de que no estaba.

Pese a que esta revelación se produjo casi al final del camino, pero todavía a lomos de los camellos, los jóvenes no fueron capaces de ponerse de acuerdo en su modo de actuar. Una vez llegaron al albergue se abalanzaron sobre Yusef y le pidieron que volviese a buscar el preciado tesoro cargado de recuerdos en forma de archivos JPEG con casi ninguna esperanza de recuperarlos.

Los minutos siguientes fueron ciertamente angustiosos. Una vez más el experimentado viajero y comerciante español que encontraron en el lugar y que tanto les había ayudado se asombró al comprobar que la desventura de los jóvenes viajeros podía seguir en aumento. Evidentemente, los manjares de la mañana fueron los que menos saboreó el portador de la cámara, cuyo desasosiego crecía a cada instante. En su corazón no solo ardía el dolor de la pérdida personal sino la responsabilidad de haber perdido un pedacito de cada uno de sus amigos.

Estaban los muchachos intentando recuperar el aliento después de la escalada de la duna y del viaje en camello cuando Yusef regresó e hizo entrada en la estancia. Sus palabras intentaban no acompañar a su sonrisa y un bulto cuadrado en el bolsillo les dio la respuesta que todos esperaban. ¡Yusef había conseguido encontrar una cámara de fotos en medio del desierto!

Entre júbilo y alegría Yusef recibió una merecida recompensa y pese a que el aparato no funcionaba, los viajeros se dieron con un canto en los dientes al poder conservar el tesoro que guardaba en su interior. Por suerte, otra de las aventureras llevaba un ingenio similar.

Una vez de vuelta en España, el jeque escuchó la historia del joven que había recibido el presente y, después de comprobar la veracidad de los hechos, recompensó al muchacho con una cámara en perfecto estado de color fucsia nocivo. Sin embargo, era mejor que nada. Suerte que unos días después llegó a la ciudad un hechicero llamado Catálogo de Ofertas que no solo fue capaz de devolver la cámara a un color menos llamativo sino que aumentó su capacidad. Y es que como dice una buena amiga: al final, todo sale bien.

A Yusef, el salvador de nuestros recuerdos

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