El embajador alemán en España, Reinhard Silberberg, acaba de recordar con leguaje diplomático que los españoles sobreviven en buena medida gracias a las ayudas que les proporciona su país.
En una carta abierta titulada “Desde la profunda amistad” declara su cansancio por tener que oír constantes falsedades sobre la política europea de Berlin, la más solidaria de la UE, pero a la que los maledicentes comparar con la nazi y le ponen bigotillo hitleriano a Angela Merkel.
Son desvaríos lamentables. Además, “el Gobierno y la inmensa mayoría de la población alemana comparten una misma opinión: la superación de la crisis requiere una integración europea más profunda, una mayor coordinación de las políticas económica, fiscal y social”.
Para que la zona euro logre una competitividad duradera se necesita la profundización del mercado interior, la unión fiscal y la unión bancaria, además de la unión política para legitimar una ulterior integración.
Silberberg recuerda que Alemania ha asumido garantías para rescatar países en bancarrota por importe de 300.000 millones de euros, y que continuará aportando al presupuesto europeo, para ayudas a países como España, 11.500 millones de euros anuales durante el próximo septenio.
Recuerda también que la austeridad y las reformas estructurales que se le demandan a España las ordena la Troika --la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional--, no Alemania, que las adoptó voluntariamente hace una década.
El embajador tiene el buen gusto diplomático de no recordar la hormiga y la cigarra, y de no añadir que en su país se castiga inmediatamente la corrupción.
En la España que insulta a la impoluta Merkel hay abiertos, nada menos que 1.661 casos de corrupción política en 798 juzgados, y 2.173 causas vinculadas a esas corrupciones.
Así que, perdón, Alemania, y gracias por ayudarnos y recomendarnos buen sentido.
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SALAS