"Y vi es palabra, creo que la vi. [...] Vi esa palabra y casi la tenía. Pero no sabía de quién de los dos debía salir y tampoco sabía que esa palabra, que era la más verdadera y la más correcta, no sólo era errónea, sino que además se quedaba muy corta".
Vi esa palabra, compuesta por las cinco letras que componen el título de esta novela, y casi se me escapa. Vi esa palabra y casi se me escapa como se escapan las palabras no pronunciadas, las trenzadas en el silencio, en ese silencio que se instala y que nos hace olvidar su presencia, indagar en lo que esconde. Vi esa palabra y casi se me escapa como podrían habérseme escapado otras que no pronunciaré; que no pronunciaré porque las palabras son límites que definen, porque los límites son difusos y asomarse a ellos, peligroso, porque no soy yo quien ha de pronunciarlas, porque esta no es mi historia y no son mis palabras las que han de contarla.
"¿Qué tiene de incomprensible?, preguntaste y, en el fondo, nunca me atrevía a acercarme al lado opuesto de la comprensión".
Esta es la historia de chica conoce a chico. O chico conoce a chica. Pero es chica quien cuenta la historia, así que es la historia de chica y nos quedaremos con lo primero. Y la chica ve al chico y, aunque apenas median palabras, tampoco quiere dejarlo escapar. O es el chico el que no quiere dejarla escapar. Una playa, una mirada y un cuerpo desafiante. O expuesto. Y ya se sabe que la exposición tiene sus riesgos, que lo expuesto es vulnerable. Pero la juventud es osada y se cree poderosa e inmune. Una playa, un cruce de miradas y un mundo que se para para dejar nacer un mundo propio. El inicio de un noviazgo. Una pronta convivencia. Y un anillo que es promesa y condena.
"Ya no hay ni un tú ni un yo".
Y no hay palabras. No hay preguntas. Los cuerpos tienen sus propio lenguaje. Pero el lenguaje de los cuerpos no basta para cubrir las mentiras, no basta para hacer visible el silencio con las palabras precisas. Llegan las preguntas. Llegan más mentiras. Porque mentir es fácil. Más fácil que decir la verdad cuando ésta duele y ese dolor es imposible de verbalizar.
"Por qué es siempre la peor pregunta".
Esta es la historia de chica conoce a chico. Esta es la historia de chica cree conocer a chico. Esta es la historia de chica cree a chico. Esta es la historia de chica quiere creer a chico. Esta es la historia de chica necesita creer a chico. Esta es la historia de chica necesita conocer a chico. Esta es la historia de chica decide conocer a chico.
"Y un día te vi de nuevo. Un día dijiste algo distinto".
Y esta es también la historia de chico.
"Escucha, tú que tienes que saberlo todo".
Y llegan más palabras... Y con ellas la única pregunta.
"¿Quién eres?"
Y yo no puedo, no quiero pronunciarlas, por más que esté deseando gritarlas, por más que necesite liberarme de ellas.
Las palabras de Ida Hegazi Høyer, de ellas sí puedo hablar. Son poéticas, sencillas, directas. Crean imágenes que te aíslan y atrapan. Cuentan una historia que se ramifica para luego enredar esas ramas en el tronco principal hasta hacerlo sangrar. De esto me doy cuenta a posteriori, cuando me recupero. Porque Ida Hegazi es tan capaz de contar un relato sumamente intimista como de crear la más punzante tensión y esa sensación de no poder para de leer y a la vez no querer continuar por no afrontar lo que presumimos encontraremos.
"Estaba en shock, [...], más tarde te lo explicaron, que se llamaba así aquella estación intermedia, también conocida como agonía".
Esta no es la historia de chica conoce a chico. Esta es la historia de de dónde viene el chico y hacia dónde va la chica. Si es que el tiempo no hace tiempo que se paró para él. Si es que el tiempo no se ha parado ya para ella.
"Sólo miraba hacia dentro. Y dentro seguía todo siempre igual".
Y es la historia de las fotos de unos rascacielos en la pared. Es la historia del niño pelirrojo de la guardería en la que trabaja chica. La historia de la improbable amistad entre dos animales salvajes. La historia de la madre de chico, la de su padre, y la de aquel que sin palabras ha conseguido enquistar las de los demás. Y todas estas historias me dan las palabras que no quiero nombrar, que no he de nombrar para respetar vuestra lectura. Y en todas esas palabras me hace pensar chica, que usa las suyas propias para contar esta historia.
Esta es la historia de chica conociéndose a sí misma. Los límites que nunca pensó cruzar, aquellos otros que bordear.
Esta es la historia de chica que no se puede contar sin chico. Porque sus palabras a él están dirigidas. Porque las palabras mienten, pero el lenguaje de los cuerpos, aunque doloroso, sabe expresar la verdad.
"Quizá lo que pasaba es que nunca me había sentido tan como tú".
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