Con esta manida frase cualquier persona maleducada, insolidaria, despreocupada por los demás (sobre todo por su descanso) me despierta algunas madrugadas, interrumpe mis escasos momentos de relax, corta la digestión de mis comidas… Da igual la hora, ellos tienen un ¿problema? ¿duda? ¿picor en el culo? y llaman.
Lo dicho cada vez que la oigo, me suena a presunta fórmula de educación para poder molestar a gusto y no recoger un bufido al otro lado del auricular. Todavía recuerdo de pequeño aquella norma que mis padres, y por lo que sé, otros muchos también se lo inculcaron a sus hijos, no se llamaba a nadie después de las diez de la noche (las 22:00 h.) ni tampoco antes de las nueve, por ejemplo un día festivo.
Sin embargo, mi enfado, mi molestia y mi hartazgo es la mezcla de esa falta de consideración con las modernidades tecnológicas en materias de telefonía.
Una cosa es estar disponible, entender al prójimo y otra que la gente se crea que eres su esclavo. Prometo, solemnemente, que tras las vacaciones voy a cambiar de método y que los insolidarios, maleducados interrumpidores escuchen la siguiente frase cuando me llamen a deshora: “Este teléfono está apagado o fuera de cobertura en este momento”.
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