Revista Comunicación

Perdona si te mato, amor

Publicado el 22 diciembre 2014 por Universo De A @UniversodeA

Entre broma y broma, la verdad asoma

Perdona si te mato, amor

Sinopsis y ficha técnica

Dirección

Alberto Castrillo-Ferrer

Reparto (por orden alfabético)

Detective Rafa Blanca
Policía (Pit) Javi Coll
Madeleine Silvia de Pé
Asesino en serie (Alejandro) / Forense Julián Ortega
Señora / Casera Antonia Paso
Homero Mortiner / Fulgencio (Fiscal) Nacho Rubio

Ficha artística

Escenografía Manuel Pellicer
Atrezzo / Ayudante de escenografía Miguel Guzmán
Diseño de Luces Alejandro Gallo
Vestuario Arantxa Ezquerro
reación de Animaciones de Video y diseño imagen cartel Manuel Vicente
Creación de Espacio Sonoro David Angulo
Composición musical Miguel Ángel Remiro
Ayudante de Dirección Encarni Corrales
Fotografías Sergio Parra

Una producción del Teatro Español

Una pintoresca agencia que asesora en materia de crímenes, unos representantes de la justicia que no son lo que parecen, unos policías asombrosamente incompetentes y una divertida historia de amor y asesinato.. son algunos de los ingredientes de Perdona si te mato, amor: una comedia fresca y original que enlaza con la tradición cómica de la escena española. Con ecos de Jardiel Poncela y de Mihura, esta pieza es un hilarante divertimento de humor inteligente.

 

Comentario previo

La mayoría de nosotros, la primera vez que conocimos el nombre de Carlota Pérez-Reverte (autora de la obra teatral de la que hago la crítica), fue a través de la primera de las novelas de “El capitán Alatriste”, dónde constaba, entre otras cosas, como principal documentalista. Aparentemente, acabó por dar la impresión de que lo de escribir no debió entusiasmar a la niña, puesto que nunca más volvió a co-firmar una novela junto con su padre, el resto de la saga iría únicamente con el nombre de Arturo Pérez-Reverte, como bien sabe todo el mundo.

El porqué de esto, siempre será una apasionante misterio que sólo sabrán los cercanos a la familia: ¿diferencias creativas?, ¿falta de entendimiento entre padre e hija?, ¿dificultad en la distribución de trabajo?… si nos queremos ir al cotilleo barato podemos optar por eso; pero, dado que la chica por esas épocas debía de ser poco más que una niña, probablemente fuera algo más vulgar, del tipo de que se cansó de ayudar a papi con su novela o la incompatibilidad de esa actividad con sus estudios y las ocupaciones de su padre… etc.

Sea como sea; como ya se ha dicho, la saga de “El capitán Alatriste” nunca volvió a contar con ella, a pesar de que su éxito aumentó la fama de su autor (mientras se olvidaba el nombre de ella, y de hecho, en algunos volúmenes dejó de figurar); de modo que empezaron a surgir más libros, adaptaciones a otros medios, merchadising incluso… y la novedad, próximamente veremos la adaptación en versión televisiva; de la que personalmente no espero mucho, porque, entre que la emite Telecinco (y de Mediaset siempre es mejor desconfiar); y que todos sabemos que Pérez-Reverte, al igual que decían las prostitutas del musical de “Los miserables”: “mientras paguen déjales hacer”, porque parece que le importa muy poco lo que hagan con su obra mientras sus royalties permanezcan intactos (aunque él pretenda disfrazarlo de que no quiere ser “una mosca cojonera”). En fin, ya juzgaremos ese tema a su tiempo (en el artículo recopilatorio de televisión de esta temporada), aunque, como todos sabemos, rara vez una adaptación de Arturo Pérez-Reverte a cualquier medio a tenido un resultado siquiera decente… de hecho los hay realmente espantosos y de vergüenza propia y ajena (yo si fuera él, exigiría su desaparición de la faz de la tierra).

Pero hoy no toca hablar del padre (del que quizás yo tengo alguna influencia literaria en mi estilo mordaz y el gusto por jugar con el lenguaje, como él en sus artículos para la prensa de “El semanal” -aunque yo tengo un lenguaje más políticamente correcto, quizás porque no he sido corresponsal de guerra, jajaja-) sino de la hija, puesto que de la niña de Pérez-Reverte es la autoría de la obra de la que hago hoy la crítica como ya se ha dicho al principio.

La verdad es que tenía muchas ganas de ver esta obra, no es para menos, como todo lector de este blog sabe, me encantan los escándalos y los cotilleos jugosos… ¿y qué mejor comadreo que el rotundo fracaso, qué el descubrimiento de la falta total y absoluta de talento de la hija de un famoso (que no necesariamente relevante, eso quizás, con más perspectiva histórica) escritor de este país?, es toda una delicia para gourmets, como las que le preparan al señor Pérez-Reverte, y a otros reales académicos en Lhardy, uno de sus restaurantes favoritos madrileños.

Y es que estamos hablando de un dulce inconmensurablemente voluptuoso y apetecible tanto para un crítico como para un bloguero, ¿cómo resistirse?, pues, como en otras lides vitales, a veces lo mejor no es la vivencia en sí… ¡sino contarlo después!, ¿y qué mejor sitio para hacerlo que en mi blog, donde puedo explayarme libremente y escribir con ese tono tan sarcástico, pensado y tan divertido (que irónicamente, puede que esté influenciado en parte por el de su padre que tanto me gusta en algunos fragmentos de “Patente de corso”… eso sí que es gracioso, el alumno utilizando las armas del maestro) con el que me encanta hacer las malas críticas a quien se lo merece?, ¡la diversión está servida!, y por si fuera poco, esta vez no es un “don nadie” que no importe, y del que en el fondo tanto da lo que se diga, ¡es la hijita de Pérez-Reverte!, menuda fruta deliciosa para mi picoteo brutal y sin vacilación (como saben todos los que leen este blog con frecuencia, yo nunca tengo ningún problema en decir lo que pienso tal cual).

¡Ah!, ¡cómo lo imaginaba!, si la obra era muy mala, recorrería detenidamente y me regodearía en todo lo que va mal, enfatizaría el desastre de una autora que no ha heredado el paterno talento del cual sólo ha sacado el nombre, me elevaría en una triunfal pirotecnia sarcástica mezclando humor y crueldad a partes iguales, pero siempre con argumentos claros y contundentes, para que nadie pueda decir nunca que lo que digo no está justificado… etc. Y con la pujanza que está cogiendo este blog últimamente, ya me imagino a Arturo Pérez-Reverte publicando un artículo en “El Semanal” poniendo verdes a los blogs y a los blogueros, y quizás, con mucha suerte, citando el nombre de este… ¡menudo triunfo!, ¡qué gran victoria!.

Pero… ¿y qué pasa si no es así?, ¿y si el texto no es rematadamente malo?; bueno, yo sé muy bien que da igual cual sea mi predisposición, prejuicios o ideas preconcebidas ante cualquier obra de arte; si esta acaba siendo buena, no puedo dejar de elogiar sus méritos, independientemente de lo que piense en otros aspectos (para eso tengo un maravilloso comentario previo).

En cualquier caso, algo había claro; sabemos que las cualidades personales no se heredan, tal vez sí las físicas y algo del carácter (aunque resulta difícil saber hasta qué punto esto último está más bien condicionado por el entorno y la educación); buen ejemplo de eso es la aristocracia, que ya se sabe que todos (en principio) descienden de personas ilustres que han hecho cosas importantes en su época… pero también conocemos la cita de que “hay nobles que son como las patatas, todo lo bueno que tienen está bajo tierra”.

Sin mencionar que tampoco hay que subestimar la poderosa sombra de un padre importante que aún no queriendo, eclipsa a su hijo, de hecho, rara vez un padre especial ha tenido un hijo que pudiera seguir su camino, superarle, o siquiera igualarle… parece que hay cosas que se es o no se es, no hay más, cada persona es individual y única.

Aunque tampoco hay que dejar de lado el saber que la chica no ha partido de cero, con un padre poderoso e influyente en determinados círculos, siempre se la valorará y juzgará con mucha mayor severidad, la sospecha de “enchufe” siempre penderá sobre su cabeza; ya sea de forma merecida o no. Es triste pero es así, tener a quien tiene como padre va a provocar que conseguir un nombre propio sea mucho más difícil para ella; y habrá puertas que se abran y otras que se cierren por, irónicamente, la misma causa.

En cualquier caso, está claro que determinadas cosas no se heredan, ahora bien, se pueden educar, y ahí (volviéndo al chismorreo) podemos adentrarnos en la labor de Pérez-Reverte como padre….

En fin, yo me voy a centrar en hacer la crítica, y como siempre, tras plantear las preguntas, os dejo a vosotros que saquéis vuestras propias conclusiones.

Pero antes, vamos a hablar de las cosas del teatro, que siempre es interesante.

No quiero dejar de destacar, como siempre hago, la magnífica atención al público de las Naves del Español, da gusto ir allí, ¡qué gente más encantadora!.

Aunque, como siempre, hecho de menos programas de mano más completos (más amplios o con más páginas), un simple texto del director o de dos miembros de la producción me parece muy poco; pueden mejorar en el aspecto de la información, pues estéticamente están bien (muy apropiado eso de que el estilo del Español y de las Naves estén diferenciados, aunque formen parte de la misma institución).

 

Crítica

Al terminar la obra, me resultó especialmente evidente quien la había escrito: estaba claro que lo había hecho una persona culta, alguien con numerosas influencias artísticas, buena conocedora de las distintas épocas de la historia del arte, cultivada y que había visto y leído mucho… no había duda, a Arturo Pérez-Reverte su hija no se le había descalabrado o desmandado, en muchos aspectos la hija parecía haber salido al padre y su educación cultural parece impecable. El problema es que la cosa se queda ahí.

Está muy bien tener influencias, todos las tenemos, nadie parte de cero, eso es totalmente imposible, y francamente, cualquiera sabe que difícilmente se podrá practicar medianamente bien cualquier tipo de arte sin conocerlo en profundidad con antelación (para escribir hay que haber leído mucho antes; para pintar debes de conocer las distintas técnicas y artistas más relevantes; para hacer cine nunca está de más haber visto mucho audiovisual… etc); pero cuando las influencias sobrepasan lo aceptable, se entra en la reproducción, en lo visto; y si ya es muy evidente, la copia o el plagio.

Ese es el problema de “Perdona si te mato, amor”, que está demasiado influenciada, no tanto como para ser una copia o un plagio; pero sí lo suficiente como para no resultar original o ser una parodia. Y es que las referencias son demasiado evidentes: el cine, el teatro español de principios de siglo, el género policíaco, el absurdo… etc; de todas ellas utiliza las herramientas, pero ninguna de ellas de forma novedosa o extraordinaria; no hay sorpresa, todo es predecible y esperable; nada es inédito o sorprendente.

Eso no significa que la obra no merezca la pena, vamos a entendernos todos aquí, la obra está bien, y cualquiera que vaya a verla la disfrutará muchísimo; pero ni se va a encontrar con una obra maestra, ni con algo que esté muy bien; simplemente es aceptable, agradable, un divertimento para pasar el rato… también lo voy a decir, no estoy seguro de que se pretenda otra cosa, ni creo que Carlota Pérez-Reverte tuviese ínfulas de crear una gran obra maestra, puesto que, a pesar de las referencias cultas y de la fineza del conjunto en general, no creo que se pueda calificar a esta obra de pretenciosa, pues no aparenta ser ese su estilo (simplemente, desborda cultura y explota la alta comedia… y de todo ello sale muy bien parada) o alcanzar cimas tan altas.

Además, y hablando sinceramente, como comentaba hace muy poco, a veces lo mejor es evitar “la gran creación”, pues personalmente yo ya estoy muy harto de intentos de pretendidos genios cursiladas insufribles; pues hay demasiada gente que se cree especial sin serlo o que pretende tener algo que contar sin que sea así… etc; sin mencionar, que la gran mayoría de las obras maestras de toda la historia del arte, han aparecido arbitrariamente, nunca buscándolas, ni pretendiendo ser el más original, ni el más vanguardista; por lo general, todos los que partieron de ahí, fracasaron rotundamente (y desgraciadamente, tenemos ejemplos de eso casi diariamente).

Así pues, partiendo del hecho de que nos encontramos con una obra de teatro que dudo mucho que quede para la historia de la literatura, pues lo cierto es que, como he dicho, realmente no es original; sí que podemos decir que se disfruta mucho.

El argumento realmente no tiene importancia, y simplemente es una excusa para desarrollar todo tipo de situaciones rocambolescas acompañadas de unos diálogos divertidísimos, mondantes, realmente graciosos, es más, yo no dejé de reírme en el teatro una y otra vez, y el resto del público lo mismo.

La obra es, por tanto, divertidísima, tronchante y con un humor siempre sofisticado, que alterna desde la alta comedia, hasta el humor negro, pasando por un delicioso absurdo y otras tantas cosas; la obra encuentra también su mayor virtud en (como digo en mi subtítulo con el dicho “entre broma y broma, la verdad asoma”) hacer también algo de crítica social, y parodiar a través de un mundo improbable el nuestro propio, que, por surrealista que pueda ser, acaba teniendo más en común con la ficción de lo que pudiera parecer (ya lo dice el dicho, “la realidad siempre supera a la ficción”), pero no me voy a extender en el tema de la relación humor-realidad que ya lo hice en esta otra crítica.

Decir además, y ya terminando de hablar del texto, que conviene mucho ir al teatro con tiempo, y entrar lo antes posible en la sala, pues hay una peculiar, y graciosísima retransmisión radiofónica que nos amenizará mucho la espera… bueno, yo diría más bien que es una parte importante de la obra que es mejor no perder (no es vital para el argumento… pero qué risa).

En definitiva, un texto de auténtica comedia de la buena, que nos hará reír sin parar a través de sus inteligentes y talentosos diálogos, síntoma de un magnífico humor e ingenio de la autora.

Pero todos sabemos que la comedia es un género en el que el texto, si bien importante, puede frustrarse totalmente por otros factores ajenos a este.

Afortunadamente no es así, pues esta nueva producción del Español se encuentra en estado de gracia a todos los niveles, y parece haber encontrado todas las hormas de sus zapatos.

Al hablar de la dirección debemos decir sin embargo que, quizás por influencia del propio texto, tiene muchas aspiraciones cinematográficas (de hecho, más que teatro parece desear ser cine, sólo hay que ver el uso de las pantallas o la espectacular presentación de los actores… yo de hecho me he preguntado si el texto original no habría sido más concebido como un guión que como una obra de teatro, y no me extrañaría nada), que si bien son un poco insultantes para el medio teatral (que tiene sus propios recursos, es como hacerlo de menos), acaban siendo tan bien utilizadas que redundan en la espectacularidad del resultado final.

Por lo demás, sólo alabanzas se pueden decir de la dirección de Alberto Castrillo-Ferrer; a todos los niveles, tanto en escena como en el trabajo con los actores, con los que parece que ha habido una gran colaboración y probablemente buena relación durante la creación del montaje, pues se respira buen ambiente en el conjunto, libertad creativa, y la aplicación de ideas que enriquecieron el total… sucediera como sucediera, lo cierto es que el resultado final es una obra magníficamente dinámica, rápida como toda buena comedia, de gran espectacularidad, y, porqué no decirlo, también con influencias artísticas de todo tipo que claramente han beneficiado el resultado final.

A esta eficaz dirección se une un resto de apartados técnicos que cumplen excelentísimamente bien su función: la escenografía es una auténtica maravilla, preciosa y agradable, da gusto pasar el tiempo viéndola; el vestuario es algo completamente encantador y muy inspirado; todo el attrezzo está muy bien seleccionado; me encantaron los vídeos y las animaciones de estos; la música tan apropiada… etc.

El conjunto estético final, es por tanto algo maravilloso, genial, realmente es un gusto en su bella sofisticación y encanto.

Así pues, tras un apartado técnico que es el sueño de todo autor, llega el apartado artístico… que no se queda atrás.

En todos los géneros son importantes los actores, pero en la comedia especialmente, y no todos los intérpretes tienen ni la suficiente vis cómica, ni la capacidad para crear comedia, hay gente que simplemente no nace con ello. Pero no es el caso de este magnífico reparto, brillantísimamente escogido en el que todos compiten ferozmente por ver quien es el que más hace reír al público, todo en ellos es perfecto: los gestos, los tonos, la manera de decir las frases, su comprensión del texto, sus parodias (algunos de ellos también parecen tener sus referencias… lo que está muy bien y mejora su interpretación)… etc.

Por tanto, el reparto artístico está simplemente magistral, todos por igual, en unas sabias actuaciones en las que la genialidad rivaliza con la comedia, absolutamente brillantes. Algunos de ellos incluso tienen la oportunidad de hacer doblete con dos personajes diferentes en los que demuestran todo su talento, con drásticos cambios de las voces, la gestualidad… etc, hace que nos muestren toda su gran capacidad interpretativa y que te sorprendan una y otra vez de la mejor manera; en ese caso están la mayoría, como Nacho Rubio, Javi Coll (con un policía y un ferretero inolvidables -especialmente este último, con sus acercamientos lujuriosos-), Julián Ortega o Antonia Paso (¡me encanta el acento madrileño de la casera!).

Sin embargo, personalmente a mí la que más me gustó fue curiosamente una de las actrices de papel único: Silvia de Pé en su personaje de Madeleine (sublimes sus momentazos de la femme fatale en apuros, tan parodia de cine clásico, ¡con esos tonos de voz tan exageradamente dramáticos, y a la vez los otros momentos con la mejor salida cómica!); y quizás quien menos Rafa Blanca (pero tal vez su papel es el menos lucido); pero esto último ya son impresiones y apreciaciones personales, pues lo dicho, es todo un esplendídisimo reparto coral en el que cada cual está mejor que el anterior, y todos hacen un trabajo altísimamente destacable, con una química estupenda que redunda en unas brillantísimas interpretaciones que no pueden dejar de ser elogiadas como un factor clave del éxitoso resultado final de esta producción.

Comentar también que es probable que la obra hubiera sido un gran musical (sólo hay que ver la danza del final)… quizás deban de plantearselo los de producción, seguro que funciona.

No quiero terminar tampoco, sin dejar de destacar el gran trabajo del regidor y de los técnicos de este teatro (algo que debe de pasar muy desapercibido para el gran público y que probablemente es un trabajo muy ingrato en ese aspecto, por más que los actores los señalen al final de la función), todo un mérito que todo salga siempre tan bien y tan perfecto a todos los niveles, y más cuando se trata de una obra con tantos efectos visuales y auditivos como esta.

Y tampoco quiero dejar de hablar de la preciosísima publicidad, y de la identidad visual que se ha diseñado para obra, muy estiloso todo; un gran trabajo.

En definitiva, “Perdona si te mato, amor” no es una obra maestra, no es ninguna genialidad, tampoco es original (pero no creo que pretenda nada de esto en el fondo); pero sí está magnifícamente hecha y es un divertimento con mucha clase, estilo, encanto, que realmente merece la pena ver porque es simplemente un montaje en estado de gracia (y con mucha gracia); puesto que la risa está asegurada, y además, el buen gusto en todos los aspectos. Toda una muy buena opción de la cartelera teatral que divertirá y encantará a todo el que la vea.

 

Perdona si te mato, amor
Perdona si te mato, amor
Perdona si te mato, amor
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