Revista Deportes

PERDÓNALOS PICASSO, PERDÓNALOS. (Crónica de la 5ª de abono de la Feria de MÁLAGA)

Por Malaka

PERDÓNALOS PICASSO, PERDÓNALOS. (Crónica de la 5ª de abono de la Feria de MÁLAGA)

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Plaza de Toros de Málaga
Jueves 21 de agosto 2014 / 5ª de abono / Poco más de media plaza
Se lidiaron 6 toros de Luis Algarra, mal presentados, impropios de plaza de primera. Corrida descastada, noble, flojísima y vieja.

JAVIER CONDE: media estocada trasera y siete descabellos (Leves pitos tras aviso) – Media estocada atravesada y perpendicular y un descabello (Pitos)

SALVADOR VEGA: estocada baja, trasera y atravesada y un descabello; se echa el toro (Saludos por su cuenta) – Estocada desprendida y tendida (Saludos tras aviso)

JIMÉNEZ FORTES: estocada baja que asoma y estocada (Vuelta tras leve petición) –Estocada (Saludos desde el tercio tras leve petición)


PERDÓNALOS PICASSO, PERDÓNALOS.
Por José Daniel Rojo

Tiene que andar Picasso con la mosca detrás de la oreja con la corrida con la que aquí en su tierra natal tratan de homenajearle año tras año. Un invento que, siendo a priori una idea interesante, no termina nunca de cuajar por unas cosas u otras. La empresa de José Cutiño, y más concretamente su gerente Juan Carlos Estrada, han querido desde el primer momento dotar de significado y argumento a este festejo. Ya lo demostró el pasado año, atreviéndose a pintar todas las tablas de la plaza de color rosa, haciendo un guiño a esta época del pintor. Este año han dado un paso más y han contratado al artista Loren que ha hecho un trabajo magnífico para que la plaza luciera ayer en tonos azules, con la pintura del minotauro y una toreografías realizadas por Javier Conde y Salvador Vega. Cinco fotografías espectaculares de la mirada de Picasso ocupaban las puertas de acceso al ruedo. Ha sido un trabajo minucioso, elegante y cargado de simbolismo con el motivo que hoy se quería resaltar. No ha ocurrido lo mismo con las vestimentas de los toreros, ahí encontramos una laguna, y profunda, de lo que se quiere o se pretende. Unos vestidos de goyescos, otros con el traje de luces moderno… La nota sobresaliente, en lo que a la moda se refiere, claro está, la puso el malagueño Javier Conde, que acudió a la cita vestido con un verdadero estilo que se hace llamar Picassiano. La duda me surgió en el paseíllo, pues todos, incluidas las cuadrillas, atravesaron el anillo con el capote de paseo sin liar. Aún ando documentándome que relación guarda eso con el genial pintor malagueño.

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En cualquier caso, la plaza lucía esplendorosa, había tres malagueños en el cartel, pero se olvidaron del toro, una vez más. Sobre el papel, un encierro de Luis Algarra que ya hacía presagiar los peores temores. Una corrida que, a buen seguro, se habrá comprado barata, pues lo que la hija y el yerno del ganadero fallecido mandaron para Málaga fueron seis torillos, sin presencia ninguna y todos cinqueños. Al quinto de la tarde le faltaban dos meses para cumplir los seis años. Cualquiera que esté en el mundo del toro, sabe que eso se compra a precio de ganga. Volvieron a olvidarse del que debe ser el verdadero protagonista de la fiesta, el toro bravo, aquel que por fiereza y bravura enamoró y cautivó a Picasso. Hoy los ojos del pintor, presente en el ruedo en las puertas del callejón, presenciaron la edulcorada Fiesta Nacional que en tiempos pasados estuvo llena de emoción. Una emoción que los taurinos de ahora tratan de contrarrestar en detrimento de una tauromaquia que, de seguir así,  está pidiendo a voces la puntilla. Perdónalos Picasso, perdónalos porque ellos acabarán con aquella  fiesta y aquel toro que tanto te marcó y que tan bien supiste inmortalizar en tu obra.

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Ni tan siquiera tu perdón merece Javier Conde. Es quien mejor te ha honrado vistiéndose de Picassiano, no cabe duda. Pero el traje de torero le viene demasiado grande desde hace unos años; bastantes. Se ha empeñado en hacer el paseíllo año tras año en la Málaga de sus entrañas, –que diría él-, y a pesar de que el año pasado no estuvo – a Dios gracias –, este año la empresa ha decidido contar con su presencia, que no con sus servicios, mientras otros toreros malagueños como por ejemplo David Galán o Mari Paz Vega se han quedado fuera. Después de presenciar su deplorable actuación, me paro a reflexionar y no me creo que no haya nadie de su entorno que le recomiende dar un pasito atrás y dejar una profesión a la que falta el respeto incansablemente. Seguirá por tanto tomándonos el pelo mientras haya empresarios que lo sigan contratando. A nadie le quepa la menor duda que Javier Conde volverá a Málaga. Inexplicable, pero volverá.

Y volverá para, a buen seguro, hacer lo mismo que hizo ayer. Una lección de desconfianza, de destoreo, de un quiero y no puedo. Así ocurrió en el primer toro de la tarde, que fue el mejor de la descastada corrida de Luis Algarra. Lástima que cayera en manos de este torero que según se cansa de repetir, quiere a Málaga con locura. ¡¡No nos quieras tanto, gachón!! Tuvo la enorme capacidad Conde de aburrir al toro. No debe ser fácil. Toreando a distancia, descaradamente; con el culito para afuera, descaradamente; con mucho cuento, descaradamente. Dio un mitin con el verduguillo y sonaron algunos pitos para el guapo torero malagueño. Volvió a engañar al respetable el torero en el segundo de su lote, haciéndole creer que el toro no pasaba. Imposible que pasara cuando no es capaz de ponerse en el sitio. Cuando le quita la muleta antes de iniciar el trazo del muletazo. Antes de esto, permitió que masacraran al animal en la suerte de varas. El público se enfadó con la actuación de Javier, pero no vayan a creerse que fue una bronca rotunda. En absoluto. Fue una bronca muy malagueña que, a buen seguro, seguirá dando alas a un torero que no merece ser llamado como tal.

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Salvador Vega se llevó el peor lote. Tampoco es que hubiera otro bueno, pero el que le cayó en suerte fue el más parado. A su primero lo recibió de elegantes maneras toreando con el capote a pies juntos. En la muleta quiso cuidar mucho al toro, dando mucho tiempo entre serie y serie, sin obligar, a media altura, pero ni aun así se aguantó el animal, que en la tercera tanda se echó en los medios claudicando su evidente falta de fuerzas y de casta. En el quinto volvió a ponerse Vega, pero aquello era imposible que levantara porque no había rival; no había toro. Una vez más, voluntad de Salvador Vega que desprende ya un cierto sabor a veteranía que le permite dejar detalles sueltos muy toreros. De él siempre se espera mucho más. Pero el tiempo pasa…

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Jiménez Fortes se enfrentó al toro que más se dejó, dentro del petardo que lidió Luis Algarra. Fue el tercero de la tarde, con el que vimos a un Saúl con una tranquilidad y claridad de ideas asombrosa. A pesar de lo mucho y duro que le han pegado los toros, sigue siendo fiel a su concepto, aunque se le aprecia una clara evolución a mejor. Lo hizo muy fácil con un toro sin emoción, que iba y venía, y con el que el malagueño estuvo pinturero. Hay que destacar el temple que aplicó y la búsqueda de la buena colocación. Dos redondos invertidos al final de la faena quedándose muy quieto, fueron verdaderamente meritorios. Falló con los aceros, dejando una estocada baja que asomó, previa a otra estocada que quedó mejor. Dio una vuelta al ruedo tras una leve petición de oreja. Firmeza mostró también Jiménez Fortes en el último de la tarde. Sin embargo le tocó demasiado los engaños y el toro acabó defendiéndose echando la cara arriba. Quizá faltó dejarle la muleta puesta. Lo mejor fue la estocada. Se pidió de manera muy paisana la oreja que el presidente no concedió acertadamente.




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