Perdonar no es olvidar, perdonar es soltar, es reconocer el dolor de la herida que te causaron al ofenderte y decidir renunciar a los sentimientos de resentimiento, decepción, etc., sentimientos que resquebrajan el alma. Perdonar es una acción, una decisión de dejar libre al ofensor, no aferrarse al rencor, perdonar es soltar.
Cuando perdonas extraordinariamente eres libre, libre del dolor, libre del rencor, libre de toda opresión y en ese momento estás listo para avanzar y alcanzar con alegría todo lo que una vez planificaste para ti.
Perdonar es una acción que continuamente debes practicar, porque a diario vas a estar expuesto a la ofensa y también puedes ser causante de ofensas. Cuando perdonas te conviertes en mejor persona, capaz de reconocer tus errores para pedir perdón, porque ya has experimentado en carne propia lo doloroso de las ofensas.
Cuando no perdonas te paralizas, te secas, todo lo ves gris, sientes que todo el mundo quiere herirte y sin darte cuenta constantemente hieres a los demás, cuando no perdonas, sientes que todo se hace cuesta arriba, que es difícil avanzar. Por eso es importante perdonar, no por el ofensor, sino por ti, para que puedas continuar y disfrutar lo hermoso de la vida. Porque aunque algunos te han causado dolor, son más los que te han demostrado su amor y por ellos vale la pena continuar.
Muchos piensan que el perdón es para los débiles, pero no es así, hay que ser valiente tanto para perdonar como para pedir perdón, porque perdonar es doblegar tu orgullo y tu ego para darle cabida a una mejor convivencia, para ser feliz, para tener paz contigo y con los demás. Asi que atrevete a renunciar a todo ese dolor, resentimiento, rencor, decepción , liberta a tu ofensor y comienza a vivir plenamente.