Pere Aragonès, el candidato de Esquerra Republicana (ERC), fue investido el pasado viernes 132º presidente de la Generalitat de Cataluña tras dos intentos anteriores fallidos en el mes de marzo. Las tres fuerzas independentistas (ERC, Junts y la CUP), que representan el 52% de los votos obtenidos el 14F, sumaron una mayoría de 74 parlamentarios, superior a los 68 necesarios. PSC, Vox, En Comú Podem, Cs y PP han votaron en contra. Aragones es el primer president catalán de ERC desde hace 41 años, cuando Josep Tarradellas, tras volver del exilio, se hacía con el cargo temporalmente en tiempos de preautonomía, entre 1977 y 1980. Después, gobernó Jordi Pujol, durante 23 años, más 7 años de presidencias de los socialistas Pasqual Maragall y José Montilla. Tras esta etapa, volvían las presidencias de CiU y las formaciones posteriores a esta coalición entre Convergència y Unió: las de Artur Mas, Carles Puigdemont y Quim Torra.
“Es un honor y una gran responsabilidad la que siento. Trabajaré para ejercer esta responsabilidad con la honorabilidad que requiere este cargo. Gobernando para todo el mundo y poniendo por delante la ciudadanía de Catalunya. Quiero agradecer a Oriol Junqueras su confianza y su apoyo”, pronunció Aragonès tras ser investido president de la Generalitat. Los diputados cantaron el himno nacional de Catalunya, Els Segadors, para cerrar el debate de investidura.
El nuevo presidente de la Generalitat tiene 38 años y es ordenado, disciplinado y paciente. “Solo con eso no basta para llegar a la presidencia de la Generalitat –escribe Neus Tomàs en Eldiario.es– aunque probablemente ser así le ha ayudado a conseguirlo. Es de los políticos que estaba en el lugar y el momento. Licenciado en derecho por la Universidad Oberta de Catalunya y máster en Historia Económica por la Universidad de Barcelona, Aragonès era independentista cuando no estaba de moda, y de ERC cuando lo más cómodo era ser de Convergència. Por su entorno familiar y social lo lógico hubiese sido que se afiliarse a las juventudes pujolistas. Cuando a los 16 años escogió las republicanas, su padre le avisó de que hiciese lo que quisiera pero que él no tuviera que ir a buscarle a una comisaría. Aragonès, de momento, ha cumplido”.
En enero de 2020 Quim Torra anunció que convocaría las elecciones una vez se dispusiese de las nuevas cuentas, pero no cumplió su promesa y la agonía se prolongó, con inhabilitación presidencial incluida. Aragonès era el número dos y por primera vez se convirtió en el número uno, aunque sin serlo y sin llegar a ejercer como presidente de la Generalitat. Torra reconoció que actualmente la relación con Aragonès es inexistente y en el dietario que publicó tras salir del Palau de la Generalitat, ‘Les hores greus’ (Símbol editors), afirma que le hubiese gustado “una actitud más activa” por parte del vicepresidente durante la crisis provocada por el coronavirus. Al final, empató en escaños con Salvador Illa y ganó por uno a Laura Borràs, y fue casi más importante lo segundo que lo primero porque significaba que ERC podía asumir la presidencia y no resignarse a ser el número dos, como le pasó a él en la pasada legislatura o antes a Junqueras.
“Aragonès –señala Neus Tomàs– se ha convertido en el primer candidato de ERC que logra ser presidente desde la llegada de la democracia. Nada hace prever que vaya a tener un mandato tranquilo. Él, que se define como keynesiano, ha llegado a un acuerdo con los anticapitalistas de la CUP. Negociar es ceder y así lo entendieron ambas formaciones. Más le ha costado el pacto con Junts, pero al final, a la tercera, ha llegado. Combinar su apuesta por el diálogo con el Gobierno de Pedro Sánchez con el compromiso de mantener viva ‘la confrontación’ será todo un ejercicio de funambulismo”.