Siempre se ha dicho que una de las misiones del periodismo es la de ser vigilante del poder político. Y, ciertamente la relación entre el poder político y los medios de comunicación ha estado tamizada por la observancia, por la prudencia, por el cuidado. Lo que unos dicen y otros dicen que dicen ha rozado siempre la fina línea de la escrupulosidad.
Que unos a otros se necesitan, nadie lo duda. El político sabe que empieza a ganar el poder en los medios de comunicación y estos que sin democracia no hay medios. Ya lo decía Jefferson, “prefiero periódicos sin gobierno a gobierno sin periódicos”.
Por eso es bueno reflexionar sobre esta curiosa relación. ¿Son los medios de comunicación independientes del poder político? ¿Son los políticos independientes del poder mediático?
Los medios de comunicación, lo hemos dicho hasta la saciedad, no son inócuos. Responden a unos intereses que atraviesan toda su labor. Unas veces políticos, ideológios; otras veces más económicos, quizás culturales, religiosos o sociales. Creo que esto no es ni malo ni bueno sino la realidad.
Lo malo o bueno es que esos intereses puedan condicionar la difusión de la verdad de lo que pasa alrededor nuestro, alrededor del mundo. El periodista está obligado a decir la verdad, a contar la verdad. Tan sencillo y tan difícil. Esto le lleva a elegir entre el periodismo como servicio a la sociedad o el periodismo al servicio del dinero.
Los políticos saben que el poder se empieza a ganar en los medios y no dudan en tenderles puentes de plata para contestarles en forma de información, exclusivas o presencia. No es malo tampoco siempre y cuando el medio de comunicación sepa ponerle en su justo sitio.
Ceder al poder es ceder parte de la soberanía informativa que debe presidir un medio de comunicación como respuesta fiel a lo que la audiencia le pide. Y eso ni es ético ni es justo como tampoco sería que el político cambie su discurso de fondo según el medio al que se dirija.
Necesitamos una prensa libre, independiente, rigurosa para que la sociedad avance, para que las personas crezcan y para que los políticos estén en alerta continua que les haga hacer su trabajo de la manera más honesta pero también más eficaz en beneficio de la sociedad.