Periodista
Por: Darío Alejandro Escobar
“Quienquiera que se haya dedicado al periodismo o que se dedique aún, se ve en la cruel necesidad de saludar a muchos hombres a quienes desprecia, de sonreír a su mayor enemigo, de cometer las mayores bajezas y de mancharse los dedos para pagar a sus agresores con la misma moneda. Se acostumbra uno a ver cómo se comete el mal y dejarlo pasar; se empieza por aprobarlo y se acaba por cometerlo. A la larga el alma, manchada por vergonzosas y continuas transacciones, se degrada, los pensamientos nobles se ausentan, y los goznes de la vulgaridad se gastan y giran sobre sí mismos. Los Alcestes se convierten en Filintos, los caracteres se ablandan, lo talentos se aminoran y la fe en la buenas obras se extingue. El que podría enorgullecerse de sus páginas, se gasta, haciendo pobres artículos que su conciencia le señala tarde o temprano como otras tantas acciones malas. Se encamina uno a París, como Losteau y como Vernou, para ser un gran escritor, y se acaba por ser un folletista impotente. Esta es la razón por la no se honrará nunca bastante a las gentes cuyo carácter está a la altura del talento, a los Arthez que saben marchar por paso firme a través de los escollos de la vida literaria.”
Honoré de Balzac. Esplendores y Miserias de las Cortesanas. Ediciones Huracán. Pag 18-19.
Leí este párrafo en la parada de una guagua. No pude levantarme del contén durante media hora. Algunos dirán que soy un ingenuo si a estas alturas no me había dado cuenta. Solo diré que lo descubrí por las malas hace algunos años. Y aunque estoy casi en quinto año de la carrera, y ya por fin voy de salida, hubiera querido que alguien, en las pruebas de aptitud, o en primer año al menos, me hubiera leído este fragmento. Lo habría agradecido un poco.