Durante julio y agosto he estado trabajando. Pero también observando, aprendiendo y, en definitiva, empapándome sobre ese oficio al que disfrazan de conocimiento crítico llamado periodismo. Y he tenido tiempo para pensar, sobre todo al constatar (a la tercera va la vencida) que en los medios no es oro todo lo que reluce. Dejando al margen las luchas de poder internas entre los propios periodistas por acaparar horas de micro, páginas en prensa o imagen en televisión y obviando también la tiranía del mercado empresarial a la que están sometidos todos los medios, voy a centrarme en algo que vengo tiempo observando, pero que hasta ahora no os había traído hasta aquí.
Es curioso cómo, en la Facultad, nos exigen sentido crítico en esto del periodismo. Lo más importante y donde más hincapié hacen los profe-perio-listos es establecer esa delgada línea entre periodismo y publicidad. Nos dejan claro que la publicidad es algo inherente a nuestra profesión y sin la que muchos periodistas no se comerían un rosco (pregúntenles a los redactores de prensa de dónde salen sus escasos mil euros mensuales). Nos recalcan que la publicidad es algo deshonroso, bajo lo que no podemos caer, de hecho, seguro que ninguno de los que terminamos la carrera hemos pensado si quiera en trabajar en un gabinete de comunicación de una gran empresa. Seguro que, si lo han pensado, han "rectificado" y han dicho que eso no era periodismo.
Pues bien, ahora llegamos al mundo real y nos topamos con grandes (?) profesionales (¿?) que venden su imagen y con ella su profesión. Normalmente, los publicistas nos venden el producto bajo la imagen de unos periodistas serios, cuya credibilidad es algo asentado en la sociedad y, precisamente por ello, los fichan: para transmitir esa veracidad a los espectadores. Pero, ¿es siempre así? ¿Se haría usted con una cuenta ING Direct porque lo anuncia Matías Prats Jr.? ¿Toma usted Actimel porque se lo recomendó la Griso?
Y poniéndonos en la situación contraria, si usted que lee estas líneas es periodista, ¿se prestaría a realizar anuncios? Deme pan y dígame tonto, me contestará, ¿o no? ¿Considera que es mejor mantenerse al margen del mundo publicitario con tal de mantener su rigor y seriedad como periodista o prefiere imbuirse en la publicidad para ganar un dinerito extra?
En definitiva, ¿no creen que haciendo estas cosas es como los periodistas pierden la credibilidad?
De arriba a abajo y de izquierda a derecha las fotografías son: Matías Prats e ING Direct; Ana García Siñeriz y la campaña "La margarina es buena"; Susana Griso y Actimel; Sara Carbonero y Pantene. El vídeo es de L'Oreal y cuenta con la imagen de Mónica Carrillo.