(JCR)
El pasado 2 de noviembre dos periodistas de Radio France International, Claude Verlon y Ghilaine Dupont, fueron asesinados en el Norte de Malí por un grupo radical islamista. Los dos informadores acababan de entrevistar a un líder político Tuareg en la ciudad de Kidal cuando, al salir al lugar donde tenían aparcado el coche, fueron secuestrados y conducidos a toda velocidad por una pista del desierto. Sus cuerpos sin vida fueron encontrados el mismo día a 12 kilómetros de Kidal. A todos sorprendió que todo esto se realizara a plena luz del día y en un lugar donde hay una base de militares franceses, otra de soldados de la ONU y otra más de militares malienses.
Claude Verlon y Ghiliane Dupont ya habían estado anteriormente en Kidal, en el mes de julio, durante las elecciones presidenciales. El primero de ellos era un técnico de sonido, mientras que Ghiliane Dupont era una experimentada periodista especializada en temas africanos, sobre todo en cuestiones de conflicto. Recordaba haber leído, hace pocos años, algunos muy buenos análisis suyos sobre la guerra en el Este del Congo. Su muerte me ha hecho reflexionar sobre una de esas frases que repetimos a menudo –llegando a convertirse en cantinela-quienes nos interesamos por este continente: que los medios de comunicación no se interesan por África, que si África sufre un silencio informativo sistemático, etc, etc, incluso a veces llegando a acusar a supuestos intereses ocultos de poderes en países occidentales como los responsables de que esto sea así. ¿Es cierto esto?
En este tema hay mucho que distinguir y matizar. Depende de países y de medios de comunicación. En Francia, por ejemplo, África suele ocupar lugares muy destacados en sus radios, televisiones y prensa escrita. El medio para el que estos dos periodistas asesinados trabajaban –Radio France International- siempre se ha caracterizado por dar cabida entre sus temas destacados a asuntos africanos, que suele tratar con seriedad y rigor. Personalmente, desde el año pasado tengo su sitio web (www.rfi.fr) como página de inicio. En el país desde donde escribo estas líneas, la República Centroafricana, sus habitantes siguen las emisiones de Radio France para saber la verdad sobre su propio país. Conozco a su corresponsal en Bangui, y puedo garantizar que es un verdadero profesional que no duda incluso en arriesgarse a ir a los lugares más remotos para poder contar lo que ocurre después de haber pisado el terreno donde acaban de ocurrir matanzas o huidas de miles de desplazados. También otros medios como Le Monde, France Press o Jeune Afrique (www.jeuneafrique.com) que informan regularmente sobre todos los rincones de este continente y lo hacen con profesionalidad, ofreciendo no sólo la última actualidad sino también buenos análisis.
En el campo anglófono, otro tanto ocurre con la BBC. Recuerdo muy bien, durante los años 1980, cómo a las seis y cuarto de cada tarde Kampala se paralizaba cuando sus habitantes sintonizaban el popular programa “Focus on Africa”, en el que se enteraban de lo que verdad ocurría en su país, y que su propia radio oficial ocultaba. La sección africana de la página web www.bbc.co.uk ha estado siempre bien cuidada, ofrece análisis serios, y también informaciones sobre aspectos positivos de África como la cultura, el deporte, los negocios, las comunicaciones, etc. Otro tanto ocurre con periódicos británicos y estadounidenses, como The Guardian, The New York Times, The Washington Post, y con las páginas web de The Economist (http://www.economist.com/world/middle-east-africa) y de Al Jazeera en inglés (http://www.aljazeera.com/news/africa/). Entre las agencias informativas, Reuters destaca por su buen hacer (http://uk.reuters.com/places/africa). Y no hay que olvidar páginas web dedicadas exclusivamente a África, en inglés y en francés, como www.allafrica.com y www.fr.africatime.com que ofrecen información actualizada, seria y de calidad.
En España sí que es verdad que los medios de comunicación suelen prestar poca atención a África, y prueba de ello es que algunos muy buenos profesionales que en años anteriores dedicaron muchos esfuerzos a cubrir la actualidad de este continente tuvieron que sacrificar su interés por él en aras de poder seguir viviendo de su profesión. Ese fue el caso de periodistas como Ana Camacho, Ramón Lobo, Alfonso Armada y Bru Rovira. Más recientemente, informadores como Eduardo Molano (ABC), José Naranjo (El País) y Alberto Rojas (El Mundo) destacan por su gran labor como especialistas en temas sobre África, continente que pisan frecuentemente y que conocen bien. Durante mis años en Uganda, y también más recientemente en el Este del Congo y en Centroáfrica, he conocido a numerosos periodistas de muchos países que me han hecho dudar de lo que tantas veces yo mismo había repetido: que África no interesaba.
Mención aparte merecen los “freelancers”, informadores que aterrizan en un país africano con su grabadora, su cámara de fotos y de vídeo y por lo general muy poco dinero en el bolsillo. Son personas por las que he sentido siempre mucha admiración. Casi todos los que he conocido realizan su trabajo en condiciones muy precarias, viajan sin seguro –conseguir uno para países peligrosos como el Congo, Sudán del Sur o Somalia puede resultar o imposible o carísimo- se alojan en lugares muy modestos y viajan por el país en transporte público –cuando lo hay- o gracias a la colaboración de alguna ONG, opción que en muchos casos resulta la única factible. Págate tú mismo el viaje, el alojamiento y mil imprevistos, para acabar en el mejor de los casos vendiendo un par de reportajes a 300 euros la pieza o alguna foto a 60 euros, o para sacar material con el que escribirás un libro que al año de ponerse a la venta te dará unos beneficios tal vez de mil euros. Sólo los más afortunados conseguirán un beneficio económico medio decente tal vez vendiendo un buen documental a alguna cadena de televisión interesada (casi siempre fuera de España). Y todo esto trabajando en lugares en el que pones en riesgo tu salud, tu integridad física y no raramente incluso tu equilibrio mental.
Creo que no estoy exagerando. El caso de los dos periodistas de Radio France International recientemente asesinados en Malí prueba que, en contra de lo que muchas veces pensamos, hay profesionales de la información que están dispuestos a ir a lugares lejanos y peligrosos para contar al mundo historias que merecen la pena conocerse. Y que pagan incluso por su vida en el momento más inesperado.