MOLESTAR AL PODER. Ser fuerte con los fuertes y débil con los débiles. Estas dos frases, que de forma espontánea han venido a mi memoria, pueden resumir, como pocas, varios años de aprendizaje para futuros periodistas en cualquier escuela o facultad del mundo que se precie.
Fue lo primero que pensé al conocer la noticia de que el chavismo había retenido durante dos horas en el Palacio de Miraflores de Caracas al periodista mexicano Jorge Ramos durante una incómoda y accidentada entrevista a Nicolás Maduro, bruscamente interrumpida tras 17 minutos de grabación.
El incidente con el presentador de la cadena norteamericana Univisión es tan conocido que me ahorraré los detalles, salvo para remarcar que, además de la retención del equipo, compuesto por siete profesionales, el personal de seguridadprocedió a confiscarles todo el material grabado. Con independencia de la consideración que puedan tener los mandatarios venezolanos --“No vino a hacer una entrevista, sino a montar un show barato y a insultar”--, lo que debía saber Maduro es que si hay algo que distingue a Ramos es su capacidad para inquietar y molestar al político de turno.No es la primera vez que le pasa. El presentador estadounidense ya fue expulsado en 2015 de una rueda de prensa tras una pregunta, nada complaciente, al mismísimo Donald Trump, que tampoco se distingue por ser un paladín de la libertad de expresión.Maduro pudo aguantar las preguntas sobre la falta de democracia en Venezuela, sobre la crisis humanitaria y los presos políticos y los abusos de los derechos humanos, pero lo que no pudo soportar fue que le mostraran una incómoda realidad que, visto lo visto, se resiste a admitir: la de un grupo de jóvenes comiendo de un camión de basura.Y no es, tampoco, el primer incidente de estas características que ocurre en la sede del palacio presidencial venezolano. A finales del año pasado, otro reportero fue retenido, junto a un cámara y un fotógrafo, tras haber enfurecido a Maduro durante una rueda de prensa con una pregunta incómoda.Así se las gasta el presidente de Venezuela, algo que no es de extrañar, si tenemos en cuenta que los medios locales independientes están cercados por la censura y que muchos periodistas se han visto obligados a buscarse la vida en el exilio.El férreo control chavista ha fulminado el periodismo crítico como si eso, en los tiempos de corren, fuera suficiente para acallar el malestar de la población. La “osadía” de Ramos ha vuelto a poner el foco en el cerco oficial del chavismo a la libertad de prensa y las detenciones arbitrarias. 65 emisoras de radio cerradas, 41 medios impresos silenciados y ocho canales de televisión en negro, según datos del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, evidencian el “respeto” de Maduro por la libertad de prensa en los últimos cinco años. "Si esto nos lo hacen a nosotros, imagínate lo que le harán a los periodistas y a los ciudadanos venezolanos", dijo Ramos a su llegada al Aeropuerto Internacional de Miami. Maduro debería saber que cuando el barco se hunde no hay apagón informativo que pueda silenciarlo. Ni siquiera en Venezuela.