Este blog de aventuras paternales nació con vocación de guía para los que vienen detrás pero reconozco que poco a poco se ha ido convirtiendo en diario personal. Hoy intentaré recuperar ese espíritu inicial pero poniendo por delante la única máxima que se cumple siempre: “cada niño es un mundo”.
Lo digo porque habrá padres veteranos a los que en lugar de sacar una sonrisa divertida les saque una mueca torcida de sarcasmo e incredulidad. Reconozco que, al menos hasta el día de hoy, mi hijo, con pequeñas excepciones en forma de berrinche irracional, se porta fenomenal y eso lo llevo ganado de antemano en su mayor parte gracias a la lotería genética del carácter, pero por otro lado si mis recetas funcionan a alguien más pues creo que nunca está de más contarlas.
Que la suerte os acompañe.
A partir de cierta edad, alrededor de los 2 años, los niños intentan imponer su personalidad o más bien medir sus límites y tus límites. Buscan el enfrentamiento a las primeras de cambio, cual choni en el parking de Fabrik, y tú, que supuestamente eres el más maduro, debes mostrarte frío para no caer en la provocación y en lo fácil, que es imponerte por la fuerza. Estas son las fases por la que atravieso durante el berrinche hasta llegar a ese último extremo al que afortunadamente no tengo que recurrir muy a menudo:
– Fase 1: Vigila la pirámide de Maslow. Antes de un enfrentamiento con un bebé debes asegurarte que sus dos necesidades básicas están cubiertas: dormir y comer. Si no fuera así ten cerca el número de los GEOS porque entonces es posible que a fuerza bruta te gane él. En condiciones de sueño y hambre, los niños se vuelven seres irascibles e impredecibles. Yo que no creo en posesiones infernales, me decanto porque la niña de “El exorcista” no necesitaba ningún cura sanador sino un buen plato de cocido y una buena siesta.
– Fase 2: Negociación razonada. Lo reconozco cuando un niño busca enfrentamiento, raramente cederá ante tus razonamientos, pero eso no es motivo para que tú no lo intentes de primeras. Aunque no te hagan (ni puto) caso, a estas edades comprenden perfectamente lo que les dices y también el hecho de que te tomes el tiempo para decírselo. Mi teoría es que cuando explicas, en primer lugar les das ejemplo con tu modo de proceder, y en segundo creo que algo de lo que has dicho resonará en su recién formado cráneo. A veces, cuando se alinean los planetas, hasta funciona.
– Fase 3: Zapping mental. Esta técnica tiene un porcentaje alto de éxito. Debes conseguir cambiar de tema sin que el niño se dé cuenta. Presta atención a lo que tienes a tu alrededor, porque para que el cambio sea lo suficiente efectivo como para que abandone su postura de enfrentamiento debe tener raíces reales. Es decir, si de repente dices: “mira un burro volando” el niño abandonará su obstinamiento temporalmente pero sólo hasta que compruebe que le has dicho una bola. Sin embargo si le dices: “Mira, se ha perdido tu calcetín más bonito, vamos a buscarlo”, es posible que de repente se involucre en la búsqueda y olvide el motivo que generó el conflicto inicial.
– Fase 4: Transfórmalo en un juego: Puede pasar que no hayas conseguido lograr un zapping , o puede que hayas sido impaciente y no lo hayas mantenido suficientemente en otro canal mental y al regresar vuelva a asirse a su inamovible postura de provocación. Entonces siempre puedes recurrir a transformar en un juego la acción que deseas llevar a cabo. Si tu hijo/a tiene cosquillas utilízalas a tu favor, los niños tienden a divertirse incluso en contra de su propia voluntad. Podrán plantear resistencia inicial, pero nada es tan tentador para ellos como la diversión, así que si conviertes el cambio de pañal en una entretenida competición (el cambio de pañal más rápido del mundo) posiblemente consigas su colaboración.
– Fase 5: Utiliza la fuerza bruta pero para sólo hasta conseguir tu objetivo. Por desgracia puede que nada de lo anterior funcione, o puede que no tengas tiempo para intentarlo con la tranquilidad deseada. Entonces y sólo entonces tendrás que recurrir a la fuerza bruta. Antes de esto, examina bien cuál es tu objetivo y examina también si es impostergable. No pasa nada por ceder en tus intenciones iniciales. Transigir no tiene que ser necesariamente malo. No creo que sea malcriar. Creo que forma también parte del aprendizaje a razonar el que vea que sus padres no se comportan como tertulianos políticos y que pueden cambiar de opinión. Eso sí, explícale por qué cedes: “Está bien, no te voy a poner la camiseta porque hace calor y no vamos a salir a la calle hoy”. Y, por supuesto, si tu objetivo es necesario e impostergable, no cedas. Aplica la fuerza bruta y prepárate a comprobar cómo tu bebé Gizmo se convierte en un Gremlin malo recién caído en una piscina, no creas que van a quedarse quietos sólo porque les sujetes con firmeza las piernas. Frank de la jungla toca los huevos a serpientes, cocodrilos y demás bichos feroces pero con los bebés aún no le he visto atreverse… por algo será.
– Fase 6: Ignorar hasta calmar. Una vez hayas conseguido tu objetivo a la fuerza (que se vista, que se bañe, que se suba a la silla del coche, etc…), no te deleites en tu victoria, si crees que puedes calmarlo y consolarlo inténtalo, pero si no se deja simplemente ignóralo. Se le pasará. Sólo tienes que poner tu paciencia a trabajar.
– Fase 7 : Recapitulación. Cada vez que un berrinche deriva en un enfrentamiento a la fuerza es inevitable que se te quede mal cuerpo, por eso yo creo que en primer lugar por ti mismo, y en segundo lugar siguiendo la máxima de “si explicas algo queda” en cuanto la calma vuelva a vuestra vida debes explicarle lo que ha sucedido, por qué no te quedó otro remedio que recurrir a la fuerza y lo felices que podríais ser los dos si no tuvieras que pasar por eso…. Seguro que volverás a enfrentarte un berrinche pronto, pero tal vez consigas espaciarlos un poco más en el tiempo.
Y este ha sido el capítulo de hoy. Espero que os resulte útil algún día. Si alguno cree que no son más que tonterías, no voy a discutirlo ni me voy a pillar un berrinche. Mi objetivo es ayudar no convencer ;)