Revista Perú

Perjurio a discreción

Publicado el 16 septiembre 2013 por Eduardocarranzagazzani @ElPeriodicoPeru

El Mundo al revés. 
Por Luis García Miró Elguera. (Diario Expreso). 
PERJURIO A DISCRECIÓN. 

¿El ex presidente Alejandro Toledo se hubiese atrevido a mentir ante del Congreso de su querido EEUU, de la manera lamentable como lo hizo ante la comisión del Parlamento peruano durante el interrogatorio por el asunto Ecoteva? Está demás extendernos en detalles. Todo lo que –bajo juramento– declaró Alejandro Toledo ante nuestro poder Legislativo fue falso. Un embuste tras otro. Sobre lo que sabe y sobre lo que se le preguntó. Una cadena de falsedades pronunciadas sin empacho. No se trata entonces de una presunción de engaño de parte del ex presidente, sino de hechos probados con documentos –conseguidos por la prensa independiente– y por la versión de testigos que han ofrecido sus versiones sin presión alguna.

Un aforismo reza que la mentira es menos notoria que el error. Aunque asimismo la mentira tiene patas cortas. Pero también la mentira tiene mucha memoria, pues cuando menos uno se lo espera ejerce súbita venganza. Por algo Cervantes sentencia: “Porque sabed, Rosamira, que los filos de la verdad cortan con facilidad las armas de la mentira”. En consecuencia, el hecho que un ex jefe de Estado haya falseado la verdad atenta gravemente contra la convivencia democrática. Para castigarlo existe el delito llamado perjurio. Y perjuro es aquel que blasfema o quebranta en forma maliciosa el juramento que ha hecho.

El delito de falso testimonio –perjurio– está tipificado en el nuevo Código Procesal Penal, y castigado con penas de prisión y multa. Sin embargo, ocurre que en el Perú los perjuros están acostumbrados a pasar piola. El falso juramento –la mentira en todas sus modalidades, inclusive aquella solemnemente pronunciada ante alguna autoridad, colocando la mano sobre la Biblia– se considera un deporte nacional. De rey a paje. Es decir, de presidente de la República al último mortal de estas tierras. ¿A qué se debe esta tara? Pues a que la Justicia no pone el énfasis necesario en castigar a los perjuros. ¿Cuál podría ser una explicación a esta anormalidad? Quizá aquella atávica tradición mendaz que ejercen día a día autoridades y subordinados.

Reiteramos, ahora mismo estaría preso el ex presidente Toledo, de haber cometido perjurio ante cualquier autoridad norteamericana –fuese en el Congreso o frente un oficial de Aduanas–, tal como hizo delante de la comisión del Parlamento del Perú. Porque, además, el falso testimonio de Toledo reúne el agravante que es una ex autoridad, un ex presidente y profesor visitante de una universidad conocida.

Las siguientes instancias que podría enfrentar el ex mandatario son la Fiscalía y el poder Judicial. Si –como corresponde– ambas aplican el Código Penal, Toledo no debería repetir las falacias que hemos escuchado como desesperado alibi. De hacerlo cometería un delito, también penado con cárcel y multa. Porque una cosa es aprovechar la medianía del Congreso y otra es la majestad de la Justicia. Pero –siempre hay un pero en este país– lo más probable es que sigamos en las mismas por esa nefasta práctica criolla de considerar al perjurio como rutina.

FUENTE: DIARIO EXPRESO. http://www.expreso.com.pe/el-mundo-al-reves/perjurio-discrecion


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