Revista Cultura y Ocio
Perlimplín de Teatro del Norte. Tragicomedia del amor-ideal
Por José Juan Martínez Bueso @JoseJuanMBuesoEl amor tiene su gran aguijón en su propia idea espoleando su desarrollo en potencia. Esta es la idea de la versión que Etelvino Vázquez ha escenificado del clásico de Lorca Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín representado por la compañía que él mismo dirige, Teatro del Norte, el viernes 10 de noviembre en la Sala Guirigai de Los Santos de Maimona, abarrotada de público entusiasta al que Teatro del Norte jamás defrauda en su visita anual. La pieza teatral se desliza de la farsa a la amarga tragedia en una solución de continuidad admirable en donde sus protagonistas viran su personalidad, acercando su visión del mundo paradójicamente, que precipita el desenlace en una escenografía minimalista creada por Carlos Lorenzo que subrayaba la acción escénica, apoyada por la luminotécnia de Rubén Álvarez llegando a crear un gran efecto poético derivado de los personajes. Don Perlimplín, solterón empedernido entrado en años, se casa con Belinda circunstancialmente recomendado por su criada Marcolfa (David González), ambos inician una relación sin firmeza aunque progresivamente sentirán diversas posturas sobre el amor gracias (o a consecuencia) de lo cual, final y fatalmente, acabarán unidos trágicamente. Etelvino Vázquez interpreta con gran delicadeza a este viejo solterón lorquiano que descubre en su interior el sentimiento amoroso por Belisa, jovenzuela frívola que le engaña aunque gradualmente va sintiendo un fogoso amor hacia un desconocido, trama urdida por el mismo Don Perlimplín para salvaguardar su amor propio e idealizar a los ojos de su amada Belisa su propia figura (personaje doble, pues), que al final se precipita hacia su trágico fin, convirtiendo el amor apasionado de Belisa en puro ideal, al desaparecer Don Perlimplín y el galán (son la misma persona), el objeto del amor de su esposa, en una actuación estupenda de Cristina Lorenzo recogiendo esa evolución psicológica de un personaje casquivano que a través de la tragedia se dignifica. La paradoja de Don Perlimplín es que con su muerte se consagra el amor de Belisa hacia él que hasta entonces permanecía insensible. Ambos personajes, con ello encuentran su ideal, vivir en el amor eterno que concede el ideal, que sobrevive a la muerte.
Etelvino Vázquez ha versionado esta tragicomedia lorquiana (obra que inspiró a Bruno Maderna su montaje musical en 1962) haciendo un estudio psicológico de los personajes desde una dimensión onírica y surrealista con el tratamiento exquisito que le es propio y que ahora ha escenificado en la Sala Guirigai con su Teatro del Norte, induciéndonos a rastrear nuestra propia conciencia a la búsqueda de preguntas sobre nuestra propia identidad.