Seguro que cuando allá por el mes de julio del pasado año la Unión Deportiva Melilla comenzó a preparar la temporada 2015/2016 no se marcó como objetivo del club el conseguir la permanencia en el Grupo IV de la Segunda División B del fútbol español.
Seguro que los dirigentes, técnicos y jugadores del club melillense, así como sus aficionados, creían en metas más altas tanto por calidad de la plantilla como por presupuesto. Pero las cosas, normalmente, no salen tal y como uno las planea. Y ahí es donde radica la clave de todo: ser capaz de modificar lo que hacemos para alcanzar los objetivos, saliendo del inmovilismo.
Toda una serie de factores deportivos y extradeportivos han llevado al Melilla a “padecer” una temporada cargada de sinsabores, de experiencias negativas y situaciones estresantes que deben servir, gracias al final feliz como en los cuentos, a aprender y a interiorizar una moraleja que sirva para que no vuelvan a darse algunas situaciones como las que han tenido que vivir este año los aficionados azulinos.
Más allá del tema económico, retraso en pagos e incertidumbres contractuales, deportivamente los de Granero, anteriormente los de Currás, han estado en una montaña rusa de experiencias y sensaciones que han minado y mucho la autoconfianza de los futbolistas. Parece que fue ayer cuando los jugadores hicieron pública su situación económica mediante un comunicado a los medios tras una dolorosa derrota. El cambio de entrenador, junto con las incorporaciones de algunos futbolistas que se han terminado posicionando como imprescindibles, ha sido el punto de inflexión en la temporada. José Carlos Granero ha sido capaz de, poco a poco, hacer creer a sus jugadores que la salvación era un objetivo alcanzable. Y eso que a su llegada no eran pocas las voces que se escuchaban hablando en términos de Tercera División e incluso sugiriendo la desaparición del club.
Esa generación de confianza en los futbolistas ha sido a la postre fundamental para la realización de una segunda vuelta con los mejores números del grupo. Jugadores que parecían dubitativos se han convertido en expeditivos, y si bien el juego no ha sido preciosista, sí que se ha demostrado una solidez y solidaridad fuera de toda duda. Con estos mimbres creados a partir de un cesto deshecho, Granero ha conjuntado un equipo caracterizado por el trabajo conjunto, por la búsqueda de un objetivo común y la solidaridad. No dudo de que las novedades tácticas implantadas por el técnico han tenido su peso pero ha sido ese creer que era posible lo que ha posibilitado que el Melilla haya alcanzado la permanencia.
Una vez alcanzado el objetivo de la salvación queda analizar y evaluar la temporada extrayendo esa moraleja a la que antes hacíamos alusión, para no volver a caer en los errores cometidos en ésta que finaliza y que tan caros han podido costar. Ahora vendrá el final de temporada, las elecciones a la presidencia del club, la preparación de la siguiente pretemporada, …, y sería un error no aprender de los malos momentos vividos en ésta.