Revista En Femenino

Permiso para destetar

Por Clau707
Veo madres a diario. Casi siempre puérparas o mamás con niños de pocos meses, que están dudosas y sensibles ante cualquier estímulo extra. Que necesitan un poquito de nada: un abrazo, una palabra amable, un poquito de ánimo. Intento dárselo.
Cada día pongo a su disposición aquello que voy aprendiendo, además de mi tiempo y mi dedicación. Y aunque hay mucha gente que no le da ningún valor a esto (claro, no es un trabajo remunerado) para mi es altamente gratificante. Me supone muchas horas de estudiar, viajar, invertir, dejar a mis hijitas, pero vale la pena.
Tengo muy claro que cuando una madre vive bajo presión, cuando tiene grietas y le duele, cuando está triste y sola y a pesar de todo esto, logra amamantar y continuar con ello, el mérito no es mío, sino suyo.
Es muy gratificante, sí. Pero no siempre. No está en mis manos decidir por las madres. No puedo, ni debo, interferir con aquello que ellas desean hacer... incluso si lo considero equivocado. 
Permiso para destetar
 Escribo este post, guardado, revisado y vuelto a escribir muchas veces... sin ánimo de ofender a nadie, pero con la certeza de que no sólo yo me siento así.  Que seguramente, más personas dedicadas al acompañamiento, a la asesoría en lactancia o temas relacionados, han tenido experiencias similares y frustrantes.
Para poneros en situación (y este es un ejemplo de tantos): un día cualquiera, en cualquier momento, llama una madre que me dice que necesita ayuda urgente. No dice exactamente qué es, o sí... pero lo importante es que quiere ayuda YA.  Siempre pregunto dónde está la mamá en cuestión para facilitar las cosas a todos (a mamás, y monitoras de lactancia que somos también, casi siempre, madres) y poderle dar una dirección a la cual dirigirse rápidamente o un teléfono más cercano en el que puedan prestarle ayuda en primer persona.
Y como está cerca le digo que venga. Me dice que no puede. Que es muy complicado salir de casa. Vale. Entonces propongo ir yo (recordemos que necesita ayuda urgentemente). Me dice que ahora mismo no le viene bien. Y mañana? Silencio.Pero que intentemos solucionarlo por teléfono. Ok. Intentemos.
A cada sugerencia que hago, a cada cosa que pregunto... hay algún obstáculo que aflora. Es que no se coge, es que rechaza el pecho. Es que no abre la boca, es que me duele, es que no puedo.  Insisto en que es difícil ver qué puede estar fallando si no nos vemos. Que se venga mañana al grupo de lactancia y así muchas de sus dudas se irán contestando solas, se sentirá acompañada. No me deja terminar de hablar: es que le impone mucho asistir a un grupo. Es que no le viene bien el día... y así...
Hasta que finalmente me lo dice: Y no será mejor darle biberón por la noche (o por el día, o para la siesta?) O, yo creo que se está destetando y antes de dejar morir al niño de hambre, será mejor darle un biberón... O mi marido dice que me empeño inutilmente; que le hago sentir que no participa de la crianza.... y si le doy un biberón?
Estas son las primeras ideas que se me ocurren. Pero he escuchado de todo. Y cuando pasa esto, me siento verdaderamente mal. Creo que la madre necesita "mi aprobación" para dar un biberón; permiso para destetar. Y que no recurre a mí en busca de ayuda sino en busca de ese "permiso", para quitarse peso (¿y culpa?) y sentirse menos responsable de sus decisiones.
En una ocasión, hace unos años, una madre me llamó después de haber hablado con la otra monitora del mismo grupo. Y nos dimos cuenta en la puesta en común de casos que se suele hacer en los grupos de apoyo. Misma chica, problemas diferentes.
Permiso para destetar...

Permiso para destetar

(de BAFOMET)

Lo siento pero NO. No lo haré. y seguramente -como ya ha sucedido- esa madre se enfade y llame a otra. Y a otra. Hasta conseguir escuchar lo que desea y poder decir que no ha sido decisión suya. Que simplemente "era de las que no tenía leche" y así su alma esté tranquila. O no.
Admiro a aquellas mujeres que no se rinden y consiguen amamantar contra todo pronóstico, a las que van contra el mundo, sus mastitis y sus interferencias. Y lo logran. Son mujeres valientes. Admiro a las madres con problemas, que buscan ayuda y aceptan que están cansadas y disgustadas, pero que siguen intentando.Admiro a aquellas que no tienen problema alguno y se interesan por ayudar a otras madres. Admiro a las mamás que, sin problemas, amamantan porque les parece bien y son felices aunque no ayuden a nadie. Admiro a las madres que no lo consiguieron con un primer hijo y quieren intentarlo otra vez, aunque ello suponga un esfuerzo adicional.
Y Sí: Admiro a aquellas mujeres que deciden no amamantar por razones personales y lo dicen abiertamente. Es honesta con todos; va de frente. Y tal vez cría con amor luego; no prejuzguemos.
Seamos sinceras. En una época en la que la información nos invade, las ayudas están en la punta de los dedos, hay grupos gratuitos, espacios de ayuda madre a madre, foros y debates... de verdad no podemos? ¿O no queremos?

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