Revista Opinión

Permiso para vivir (conversando una botella)

Publicado el 30 julio 2011 por Miguelmerino

Permiso para vivir (conversando una botella)

 - Buenos días Luis. Aquí traigo una botella de Nadir, un queso de torta de tierra de Barros, que no tiene nada que envidiar a la famosa torta del Casar y una bolsa de pan blanco bizcochado. ¿Te apetece conversar la botella?

- Buenos días Juan. Por supuesto que me apetece. Siempre. Veo que vienes extremeño. ¿Me vas a hablar de algún escritor de por allá?

- Pues mira, no. Se trata de un autor peruano. Pero llenemos los vasos y untemos unas tostas de pan antes de seguir hablando.

Los dos amigos se dedicaron a la tarea de ir dejando en el plato varios trozos de pan untados con el queso y a darle el primer tiento a la botella.

- ¿No me vendrás a hablar de Vargas Llosa? Desde que le han dado el Nobel parece que se ha convertido en el único escritor hispanoamericano, latinoamericano diría él, que le gusta mucho ese falso adjetivo.

- No precisamente, se trata de Alfredo Bryce Echenique y más en concreto de su libro: Permiso para vivir, que el subtitula antimemorias. Subtítulo con el que estoy bastante de acuerdo. Eso no son memorias ni nada por el estilo.

- Pues a mí si me parecieron unas memorias, y de las mejorcitas que he leído, si mi mala memoria no me deja mentir.

- Venga Luis. Si se dedica a poner de chupa de domine a casi todo el mundo, pero con la pretendida elegancia de hablar bien de ellos. No deja títere con cabeza. Parece un ejercicio de ajuste de cuentas retorcido y algo cobarde.

- No te diría yo que no, a lo de ajuste de cuentas, creo que casi todas las memorias tienen ese objetivo. Ajuste de cuentas con los demás y con uno mismo. Aunque creo que has hecho una lectura peor intencionada que la propia mala intención que le atribuyes al autor.

- ¿Y qué me dices de las pretendidas críticas a los Castro y al régimen cubano en general, cuando se dejó agasajar una y mil veces por ellos e incluso se aprovechó de su sistema sanitario, sirviendo de antecedente a Chaves?

- Vuelves a ser muy severo en tu lectura. Es cierto que colaboró poniendo su nombre a jurados y eventos culturales cubanos, pero… ¿quién en la zona zurda de la época no lo hizo, incluido el nobel liberal reciente, un poco más reciente lo de nobel que lo de liberal? Al menos, tiene la virtud de reírse de sí mismo y eso ya pone en valor cualquier otra afirmación crítica que pueda hacer.

- Sí claro. El manido truco de burlarme un poco de mí, para tener una justificación para reírme de los demás a mandíbula batiente.

- Pues sí, ese viejo y manido truco, o recurso literario en este caso. Queda muy raro un libro en el que critiques a todo el mundo y te presentes como un dechado de virtudes. Pero más raro queda un libro que solo sirva para auto flagelarse y además el humor y la socarronería de Bryce Echenique no sirve para las auto flagelaciones, como no sea con látigos de suave seda bañados en tinta roja, quiero decir, puro y genial artificio literario.

- Pues a mí me parece que no respeta a nadie. Ni a sus parejas sentimentales, ni a sus colegas escritores, a pesar de que no deja a ninguno sin un apunte elogioso, ni a editores, aunque a casi todos los considera amigos-hermanos, eso sí, dejando claro que le han robado y por supuesto cualquier otro personaje que pasara delante de su pluma.

- Me da la impresión que has leído el libro a la contra. No te has dejado llevar por él. Para mí, está escrito con un agradable desorden que te lleva y te trae por los mismos sitios y personajes y de repente te los aleja, los sitios y los personajes y ese acercamiento y alejamiento les pone matices, cuando no contradiciones, muy atrayentes. Va de la despiedad a la ternura y de lo trágico a lo humorístico sin que se le noten las costuras, con naturalidad y maestría. Y tiene otro de los alicientes que me gusta de las memorias; despierta mi curiosidad. Curiosidad por saber más de los personajes, sobre todo literarios, y por sus obras. Muchas referencias leídas en memorias, me han traido momentos de lectura muy agradables. Y algún otro truño, bien es cierto, pero estos se olvidan facilmente.

- Bueno, me temo que se acabó la botella y no nos vamos a poner de acuerdo, pero precisamente por eso me gusta compartirla contigo. ¡Hasta la próxima!

- ¡Qué de verdad sea próxima!


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