En los albores de los tiempos mi blog existía para hacer pruebas y guardar documentos o artículos que me parecían interesantes. Con el paso del tiempo he hablado de tecnología -y mucho- de cine otro tanto y la última fase de la que soy plenamente consciente es la más empresarial. Gracias a los amigos y contactos que tengo me daban puntos de vista e información sobre detalles que pueden pasar desapercibidos para personas ajenas al área de conocimiento, y esto lo aprovechaba para escribir en el blog, no tanto como para enseñar sino más bien para enseñarme.
Lo que me estoy dando cuenta últimamente que categorías que antes usaba con mucha más frecuencia están cada vez más huérfanas y repasando mis últimos post creo que más y más estoy cerrando el círculo que hace ya mucho tiempo al desoír los cantos de sirena de ESADE y decantarme por la menos crematístisca, y pensaba yo más humana, psicología.
Cada vez hablo más y más de personas, quizás porque al final todo son personas, sobretodo las empresas. Cualquier organización con cualquier tipo de fin siempre está compuesta de personas. Podemos añadir tecnología, gestión de procesos, estrategias de marketing y ventas, pero por mucho que apilemos más y más papeles y teorías la realidad brilla con luz propia, son personas que venden productos a otras personas.
Con este cambio de tendencia, cambio del que he sido consciente cuando he empezado a tocar el diseño, no se si empieza un nuevo ciclo, una nueva fase donde deje de lado temas que me interesaban para volver a volcar toda mi atención en lo que siempre fue mi pasión, las personas humanas.
Quizás sean ya los años, quizás sean demasiadas páginas sobre teorías de management y de todo tipo de pelaje, pero al final uno se da cuenta que por mucho que quieras vestir a la mona de seda, no va a ser más que un primate con ropas excesivamente caras.
Si eres un comercial sabrás que al final, y en igualdad de productos, la diferencia está en la persona. Si estás en marketing sabes que te diriges a personas, si estás en dirección tu misión no son tanto los procesos sino las personas. Todo vuelve siempre a la base de todos, los seres humanos.
De acuerdo que muchos dirán que las empresas no tienen alma, y quizás tengáis razón. Todas las empresas -o la mayoría- serían catalogadas con algún tipo de desorden psicológico como esquizofrenia o falta de empatía, pero nos olvidamos muchas veces que las empresas viven y mueren bajo dos premisas: sus clientes y sus accionistas, ambos dos personas. Los primeros por maximizar su beneficio y los segundos por el mismo motivo, y los trabajadores quedan en un espacio intermedio dónde pueden desarrollarse mejor o peor en función de la calidad ética de su entorno.
En toda la historia de cualquier disciplina empresarial se tiene como base a la sociedad y las personas. A medida que estas van evolucionando, ya sea porque aspiramos a ser mejores o porque nos han colado una idea y la hemos comprado con los ojos cerrados, los modelos de gestión se cambian buscando eficiencia -por supuesto- pero empujados por los cambios que la sociedad presenta a su alrededor.
Esto me lleva a una reflexión de la que no tengo clara la respuesta. Son las empresas responsable de frenar el avance moral y ético por miedo a cambiar. Hemos de tener en cuenta que uno de los factores que más lastran cualquier organización es lo que se llama resistencia al cambio, y hay cambios que siguen asustando a muchos directivos: nuevas tecnologías, gig economy, teletrabajo y aunque suene a tema del pasado, la normal incorporación de la mujer en la alta dirección.
En resumen, este post es más una introspección en voz alta sobre hacia donde van mis escritos y si tiene algo que ver con que necesito un cambio, algo nuevo y que me llene.